Comentario al Evangelio del domingo, 7 de mayo de 2023
Enrique Martínez de la Lama-Noriega, cmf
SI ÉL SE VA… ¿QUÉ HACEMOS?
“No camines delante de mí, puede que no te siga. No camines detrás de mí, puede que no te guíe. Camina junto a mí y sé mi amigo” (Albert Camus)

– No es nada sencillo descubrir la presencia del Señor Resucitado en medio de nuestros hermanos, si andamos inquietos y nerviosos.
– No es fácil que la Palabra de Dios nos diga algo para nuestra vida, si tenemos la cabeza llena de otras muchas palabras.
– No es fácil que escuchemos la voz de Dios en los hermanos que se acercan a nosotros (ni siquiera a ellos mismos), cuando andamos ensimismados con nuestras cosas.
– Es casi imposible orar seriamente, cuando nuestra cabeza está repleta de «tengo que», los cuales nos parecen urgentes e irrenunciables y superimportantes. O no, pero seguro que nos distraen.

«Creed en Dios y creed también en mí», dice Jesús. No es que estas palabras sean una especie de fórmula mágica para que se«esfumen» los problemas, o veamos clarísimamente lo que tenemos que hacer. No dice Jesús que Él nos vaya a resolver las cosas. Ni tampoco que los «tengo que» no merezcan una determinada atención. Pero nos dice: «fiaos de Dios y fiaos de mí». Es decir: que seamos conscientes de que nuestra vida está en las manos del Padre, y que Él está dispuesto a hacer todo lo que esté en su mano para ayudarnos a salir adelante. Y con el corazón y la mente calmados, se perciben mucho mejor las cosas.
Jesús está avisando a sus discípulos de que se va. Y es lógico el desconcierto entre ellos. ¿Y ahora qué? Hasta ese momento todo les había resultado relativamente fácil. Estaban a gusto con el Maestro. Siempre tenía una palabra apropiada para cada situación, un gesto oportuno o una solución ante cualquier dificultad que se presentara… Pero ¿si se va, qué hacemos? La respuesta que les dio Jesús es importante y necesaria también para nosotros.
♠ Lo primero es corregir nuestra idea de Dios. Jesús se tomó como primer empeño presentarnos un «rostro» del Padre adecuado: cercano, interesado en nuestra felicidad/salvación, que ya sabe lo que nos pasa antes de pedírselo, que no necesitamos acumular méritos para que nos escucha y atienda, que no se aleja del pecador, sino que lo busca… No nos tienta, sino que nos ayuda a no caer en la tentación. El Evangelio de hoy nos lo dibuja como un «padre hogareño», su casa es un hogar con habitaciones para todos sus hijos, preparadas cuidadosamente por su propio hijo, para que todos los suyos puedan estar con él. «Creed en Dios» y os sentiréis seguros, confortados, acogidos, protegidos, acompañados y fortalecidos por su Padre Dios. La esperanza de ese «hogar» futuro nos ayuda a sobrellevar este mundo temporal, que no pocas veces es inhóspito y frío.
No terminamos de creérnoslo, o al menos, no vivimos los acontecimientos y dificultades desde ahí. ¿Tendrá Jesús que reprocharnos, como a Felipe: "¿Tanto tiempo con vosotros, hablándoos del Padre, haciéndole presente, y todavía no lo conocéis?"
♠ Lo segundo es lanzarse al camino de Jesús. Los miembros de la familia de Dios no se están nunca quietos. Pueden y deben estar inquietos, pero por las cosas del Padre. Eso es lo que contestó Jesús a sus padres cierto día en que le buscaban angustiados: «¿No sabéis que yo debo andar ocupado con las cosas del Padre?».

Y haciéndose prójimo de todos los que va encontrándose tirados a las veras de los camino. Camina orando y procurando hacer en todo momento la voluntad del Padre, lo que a Él le gusta. Se sabe «sus manos», y, preocupado por todo esto, a veces no tiene ni tiempo para comer. Pero se le ve feliz. ¿No es ése el camino que todos quisiéramos encontrar? La felicidad tiene que ver con Dios. Por eso, cuando Jesús nos habla de Dios y de su Reino, lo hace con aquello de «bienaventurados»; «dichosos»; «felices»… para asegurarnos que la nuestra no es una vida desamparada, sino que está en las manos amorosas del Padre. Nos colma de gozo saber que la garantía de nuestro éxito es que Dios no quiere que se le pierda ni uno de sus hijos más pequeños. Y lo nuestro es colaborar todo lo posible con Él.

Si él se va ¿qué hacemos? Seguir caminando, en compañía de otros hermanos, y en la buena dirección. Y aún recibiremos la ayuda inestimable del Espíritu Santo que Jesús nos ha prometido… Pidámoslo insistentemente en este tiempo pascual.Y ¡¡¡¡podremos hacer obras aún mayores que las del propio Jesús (él mismo nos lo ha dicho hoy)!!!!
Quique Martínez de la Lama-Noriega, cmf

