Comentario al Evangelio del día 26-08-2025
Ir a lo más profundo
La mentira es como una capa de brillo artificial que oculta ponzoña. Y la ponzoña tiene una extraña propiedad de hervir hasta desbordarse por encima de la superficie hermosa. Una corrupción se tiene que tapar con otra y otra con otra. Mientras tanto, se trata, por todos los medios, de que lo de fuera parezca precioso, dulce, tierno y elegante. Engaña por un tiempo, quizá, pero al final, como es falso, empieza a cansar, pasa a ser sospechoso, y termina por descubrirse lo que había debajo. La hipocresía es gradualmente transparente.
A nuestro alrededor, continuamente vemos esa mentira, a nivel personal o colectivo. Y la ponzoña va brotando imparable como si estuviera hirviendo. Vemos a todas horas rostros en televisión que nos aseguran que ellos son buenos y todos los demás malísimos; pero ya no pueden por más tiempo ocultar la verdad. Y lo mismo ocurre a nivel personal; como una mentira lleva a otra, al final no se recuerda la primera y la bola explota.
De nuevo hoy la lectura de Tesalonicenses se sitúa en contraste con el evangelio. Pablo no es un político falso y mentiroso, sino alguien que entrega hasta alma, vida y corazón, no para su propio beneficio, sino para el bien de los demás. “No para contentar a los hombres, sino a Dios”, dice Pablo con toda sinceridad. Si no se va así, a lo profundo, la ponzoña inevitablemente en algún momento hervirá y desbordará incluso los visos de buen hacer. Jesús advierte de no dar brillo al exterior de la copa… Si la copa está limpia por dentro, el exterior ya lo reflejará, sin tanto esfuerzo. Y no hará falta demostrar a nadie lo bueno que se es; la bondad sincera también es calladamente desbordante e irrefutable. No se trata, como dice Pablo, de quedar bien con la gente: eso sería el exterior de la copa. Se trata de estar cerca de Dios, de agradar a Dios, de encontrar el favor y la gracia de Dios y la gracia se desbordará para el bien de los demás. No para contentarles, sino para su bien. Porque, como dice Pablo, deseamos dar el Evangelio, pero con toda nuestra persona y todo el corazón. La mentira es desalmada por mucho que se proteste estar entregado a los demás; la verdad lleva el corazón y toda la persona.
Cármen Aguinaco