Comentario al Evangelio del día 25-08-2025

Fecha

25 Ago 2025

Enmienda a la totalidad

Los reproches que lanza Jesús en el evangelio de hoy son toda una enmienda a la totalidad de una acción vacía, rutinaria e hipócrita. ¡Ay de vosotros! El “ay de vosotros” va dirigido a quienes se centran de tal manera en lo externo que pierden todo sentido del porqué están haciendo todo eso; y lo peor no es eso, sino que están seguros y confiados en que todas sus formalidades, rutinas y superficialidad, los llevarán a la salvación. Quedarse con la envoltura puede resultar brillante temporalmente, pero en el fondo hay un vacío profundo que al fin saldrá a la luz; es un vacío existencial disfrazado de felicidad, buenas obras y prestigio.

En contraste con esto, la carta a Tesalonicenses presenta una alabanza a la totalidad, resumida, simplemente en una línea que contiene las tres virtudes teologales:” Ante Dios, nuestro Padre, recordamos sin cesar la actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y el aguante de vuestra esperanza en Jesucristo, nuestro Señor.” Pero no lo presenta en términos de brillo, prestigio o fama ante los demás, sino más bien en términos de esfuerzo. Las virtudes se practican, se trabajan. Aunque son obras de la gracia de Dios y del Espíritu Santo, son exigentes: esfuerzo, aguante. No se presenta la fe como algo estático, sino activo… es decir, con obras de oración, de justicia, de vida en Dios; ni es el amor simplemente un sentimiento romántico, sino un decidido esfuerzo de centrarse en Dios y hacer el bien: no es fácil muchas veces. Se dice, burlonamente, que se ama a la humanidad, pero no se soporta al individuo de al lado. Ni la esperanza es una ilusión algo boba de que las cosas van a ir bien. Eso se podría derrumbar estrepitosamente cuando las cosas ni van bien, ni hay ningún viso de que se arreglen. Porque la esperanza es algo mucho más fundamentado: es el aguante, el anclaje en Dios a pesar de todos los pesares. La esperanza de algo mucho más grande que no es temporal ni espacial, ni se basa en acontecimientos puntuales. La esperanza es la seguridad de que la salvación ya se ha cumplido en Cristo.

Se nos presenta, por tanto, todo un programa de conversión; las normas pueden estar bien y, como decían nuestras abuelas, “lo bien hecho bien parece”. Pero no hay que parecer solamente; hay que ser, desde dentro, firmes, buenos; llenos del Espíritu que nos ayuda en esas tres virtudes difíciles que son nada más y nada menos, que las que apuntan al corazón de Dios.

Carmen Aguinaco

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