Comentario al Evangelio del 9-12-2025
La misericordia triunfa sobre el juicio (Sant. 2.13), como no podía ser de otra manera con un Dios que Amor, que es Padre-Abbá, que es Misericordia, que es Perdón. Conviene tener en cuenta que en todas estas expresiones el verbo ser se aplica con toda su fuerza. No son adornos que se ponen al nombre de Dios sino que Dios, el Dios de Jesús, el Dios de que nos habla en sus palabras y parábolas, el Dios del que es testigo en su vida, “es” todo eso y no es otra cosa. No es venganza, no es castigo, no es penitencia. No es un Dios que ponga condiciones. Es un Dios que es amor. Y el amor, tal como dice Pablo en la primera carta a los Corintios (13,4-13), “es paciente, es benigno; el amor no tiene envidia, no presume, no se engríe; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. En este contexto y aplicando todos estos adjetivos a Dios mismo, es como tenemos que entender la parábola del texto evangélico de hoy.
No es voluntad del Padre que se pierda ni uno de nosotros. Alguno dirá que la parábola se refiere a los “pequeños”. Pero, ¿quién puede decir que es grande, que es fuerte, que es poderoso? Es verdad que algunos tienen una gran coraza y que vistos a distancia parece que son invencibles. Pero la realidad, bien lo sabemos, es que esos suelen ser los más débiles y que la mayor parte de esa coraza es pura fachada, que sea cae a las primeras de cambio.
Dios no quiere que se pierda ni uno de nosotros. No quiere que nos extraviemos. Y deja todo por manifestarnos su amor de una u otra manera. Eso es lo que hace un Padre que es amor, un amor tal como lo describe Pablo en el texto arriba citado.
En este tiempo de Adviento, este de hoy es un texto que nos llena de esperanza. A pesar de los pesares, a pesar de todos nuestros extravíos –los conocidos solo para nosotros y los que conocen los demás–, Dios está buscándonos y de alguna manera nos va a encontrar. Quizá por los caminos que menos nos esperamos. Así es nuestra fe. Así es nuestro Dios.

