Comentario al Evangelio del 4º Domingo de Pascua

Fecha

11 May 2025

Yo les doy la vida eterna.

Queridos hermanos, paz y bien.

Cerezo Barredo - Cuatro Domingo de Pascua - CEl cuarto domingo de Pascua siempre es el domingo del Buen Pastor. Cada año, en los tres ciclos, la liturgia nos presenta un pasaje del capítulo diez de Juan, donde Jesús mismo es el verdadero pastor. Aprovechamos este texto, que tiene tintes vocacionales, para secundar la invitación que la Iglesia nos hace en este día a orar por las vocaciones Los cuatro versículos que leemos en el evangelio de hoy se han extraído de la parte final del discurso de Jesús y quieren ayudarnos a profundizar el significado de esta imagen tan extendida.

Siguiendo el mandato del Buen Pastor, Pablo y Bernabé se fueron a predicar la Buena Nueva por esos mundos de Dios, hasta Antioquía de Pisidia. Parece que no lo hicieron del todo mal, porque muchos se convirtieron a la fe que enseñaban estos dos grande apóstoles. Pero, como sucede a menudo, la envidia, que es muy mala consejera, provoca el rechazo de aquellos que vivían apegados a sus tradiciones. Algunos hicieron mal uso de su influencia, para que se prohibiera a los Apóstoles predicar con libertad. Parece que tráfico de influencias ha habido siempre.

Pero como Dios escribe recto con renglones torcidos, el rechazo en Pisidia es el comienzo de otra gran evangelización. Igual que el martirio de Esteban supuso el comienzo de la expansión de la Iglesia primitiva, la oposición de los judíos lleva a Pablo a decidir abrirse a los gentiles, “hasta los confines de la tierra”. Los gentiles se alegraron, porque les llegaba la Buena Nueva. Igual que nosotros nos alegramos, porque hemos escuchado esa Buena Noticia. Todo gracias a los desvelos evangelizadores de los Apóstoles.

En la segunda lectura, vemos a una muchedumbre inmensa. ¿De qué, o mejor, de quién nos habla el texto del Apocalipsis? Son los que en esta vida han vivido conflictos y sufrido persecuciones y dieron su vida por los demás, al igual que el Cordero. La gente los tomó por fracasados, pero para Dios son los que han triunfado de verdad.

Este texto es un buen recordatorio para que los cristianos perseguidos y agobiados aprendan a resistir con paciencia y firmeza. Lo que le pasó a Jesús, el Cordero, se realiza en ellos; si lo siguen como uno sigue a un pastor, participarán en la victoria de la resurrección. Es difícil, pero es posible.

Y el Evangelio, por un lado, quiere que conozcamos mejor quien es Jesús, el buen Pastor; por otro lado, la intención aparece en el último versículo del capítulo, cuando el evangelista dice que “muchos creyeron en Jesús en aquel lugar”. Y es que todos los encuentros con Jesús de las personas que aparecen en el evangelio de Juan acaban en una confesión de fe en Jesús: los que fueron a las bodas de Caná, Nicodemo, la Samaritana, el ciego de nacimiento…, y finalmente Tomás, el discípulo incrédulo que acaba reconociendo a Jesús como su Señor y su Dios. Todos ellos terminaron creyendo en Jesús, a pesar de las dudas; así que siempre es posible, si nos lo tomamos en serio, que nuestra fe salga fortalecida, como la de aquellos contemporáneos de Cristo.

En esta relación, en este diálogo, Él siempre toma la iniciativa. Habla con nosotros, nos busca, y por eso podemos reconocer su voz, cuando la escuchamos. Dios Trino, que es relación, se quiere comunicar con nosotros. Dios nos habla a través de su Palabra, en los acontecimientos de la vida (los buenos y los malos), en las personas que están cerca de nosotros… Dios nos habla y quiere establecer una relación personal con cada uno de nosotros, porque nos conoce a cada uno en particular. Porque es Dios y porque nos ama, nos conoce personalmente, conoce dónde estamos – mejor que cualquier GPS – y sabe lo que nos pasa, mejor que nosotros mismos.

Y nosotros, las ovejas, confiamos en Él. Podemos seguirle sin miedo, porque en su voz oímos el eco de la felicidad, la felicidad de verdad. No la efímera alegría que dan las cosas del mundo, sino la Felicidad que solo Dios puede dar. Nosotros le seguimos, y Él nos da la vida eterna. Seguramente por eso muchas de las personas con las que se encontraba el Señor creían en Él. Ninguno quedo defraudado. A todos les llegó su recompensa. Con persecuciones y sufrimiento, pero llegó.

Nosotros hemos escuchado la voz del Pastor, una voz que nos suena conocida, y que nos conoce. A lo largo de nuestra vida, hemos sentido su presencia, hemos podido apoyarnos en Él en los momentos difíciles, es nuestro tesoro, por el que merece la pena venderlo todo para poder comprarlo. Él nos regala la vida que no tiene fin, en la que no habrá ni lágrimas, ni pena, ni dolor, ni muerte.

Ese Buen Pastor se quedó con nosotros, nos dejó su cuerpo y su sangre en la Eucaristía. Aquí nos sale al encuentro, refuerza y vigoriza nuestra fe y acrecienta nuestra esperanza. Alimentados en este banquete celestial, nos envía a ser sus discípulos, como a los primeros Apóstoles, para dar testimonio de que somos sus amigos y de que le seguimos incondicionalmente, porque sabemos de Quién nos hemos fiado.

Cuando escribo estas líneas, el Cónclave todavía no ha elegido al nuevo Papa. Si cuando las leas ya hay nuevo Pontífice, no dejes de rezar por el sucesor de Pedro. Si no ha sido así, ora por los Cardenales, encargados de elegirlo. Para que escuchen al Espíritu Santo.

Vuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.

¡No hay eventos!
Radio Palabra

God Gossip