Comentario al Evangelio del 25-11-2025
No se aterroricen
Estas cosas tienen que pasar antes de la victoria. Pero no aterrorizarse podría no ser posible. Porque las cosas que estamos viendo —guerras, divisiones, invasiones, persecución a la fe— son como para dar bastante terror. La situación del mundo no es nada halagüeña. Corrupción, mentira, engaños, persecuciones, guerras, el hambre como arma política, las catástrofes naturales. Y hacia adentro, rencillas internas, rencores del pasado, competición y envidias. A veces podría parecer que el Halloween que se celebró a principios de mes, con sus horribles y feísimas imágenes se quedó corto. Los monstruos presentes, mucho más reales y peligrosos, producen un verdadero pavor. Y leer a Daniel en estas circunstancias refuerza el sentido de apocalipsis final y de acontecimientos terroríficos.
Por otro lado, la visión del gigante con pies de barro de Daniel, que produce espanto, también podría dar un poco de risa: nos asegura que nada ni nadie tienen suficiente poder como para no romperse. Nos podemos reír de ese poder tan efímero. Al final, toda la maldad y la fealdad de lo que nos rodea, parece decir Daniel, se pulverizarán. Y esto quizá sea la mejor razón para no aterrorizarse. Pero esta seguridad no vendrá sin perseverancia. Para perseverar hace falta mirar, una y otra vez al gigante pulverizado para recordar quiénes somos y qué esperamos. Para perseverar hay que mantener una difícil calma alimentada por la oración y el esfuerzo diario por hacer el bien. Para perseverar hay que mirar alto y lejos. Y hay que mirar también bajo y cerca para celebrar el bien que tenemos al lado de las personas de nuestro alrededor que sencilla y tercamente siguen viviendo en verdad. No es que se vaya a negar la realidad dolorosa, terrible y profundamente preocupante; pero sí aferrarse a la belleza, la verdad y la bondad que son Dios mismo, trabajando para sembrar un poco de esa verdad y belleza en medio de tanta fealdad y mentira.
Cármen Fernández Aguinaco

