Comentario al Evangelio del 21-10-2025
Solidarios y en vela
Como explica Pablo con claridad meridiana, somos solidarios en el bien y en el mal. Es engañarse a sí mismo decir que algo es solo asunto mío, y que no concierne a nadie más. El mal que hacemos, aunque lo hagamos en la más absoluta privacidad, repercute negativamente, sobre todo, claro, en los más cercanos, pero de un modo u otro en el mundo entero. El mal que se extiende como una metástasis es como una red que liga muchos males particulares y acaba abrazando a todo el mundo. Ese “pecado de un solo hombre”, por el que la muerte ha entrado en el mundo, no es sólo el pecado de Adán, es también mi propio pecado. Basta pensar el mal que genera en torno a sí el alcohólico o el drogadicto. Se daña a sí, pero siembra la desgracia de los suyos, ya sean padres, hijos, cónyuges…
Podemos consolarnos en que algo similar sucede con el bien. También aquí somos solidarios y podemos aumentar el caudal de bien en nuestro mundo y nuestra historia. Pero aquí sí que hay un bien original, del que brotan todos los demás bienes: es el sacrificio y la obediencia del nuevo Adán, Cristo, que extiende universalmente la justificación y la vida nueva de la resurrección.
Esta solidaridad inevitable, de la que no podemos zafarnos, es una fuerte llamada a la responsabilidad. Es a lo que nos exhorta Jesús en el Evangelio. Vivir responsablemente es vivir ceñidos, con los ojos abiertos y las lámparas encendidas, es vivir en vela. Esto no significa añadir una causa más de stress a nuestra ajetreada vida. No significa que no podamos descansar ni relajarnos. Significa que trabajando o descansando, en los buenos y en los malos momentos, debemos inclinarnos siempre del lado del bien, luchar por alejar de nosotros el mal, y vivir, a tenor de la parábola de Jesús, con espíritu de servicio.
Un saludo fraterno,
José M.ª Vegas cmf