Comentario al Evangelio del 2-12-2025
Queridos hermanos
Es un puro tópico recordar que evangelio significa exactamente “buena noticia”; pero llega el adviento y hay que repetirlo. Así comenzó Jesús su ministerio: “creed en la buena noticia, llega el reino de Dios” (Mc 1,15), y así continuó al visitar Nazaret: “el Señor me ha enviado a dar la Buena Noticia a los pobres” (Lc 4,18). ¿Habremos traicionado alguna vez el evangelio, convirtiéndonos en aguafiestas para nuestros hermanos? Demasiadas veces oí decir, de pequeño, quizá como chantaje para que renunciase a mis normales travesuras infantiles, aquello de “mira que te mira Dios, mira que te está mirando…”. Con los mejores deseos, podemos desnaturalizar lo de Jesús. Los entendidos en la interioridad cristiana han valorado la mirada divina de otra manera: “ya bien puedes mirarme, después que me miraste, que gracia y hermosura en mí dejaste” (S. Juan de la Cruz).
Los que bucean en los evangelios perciben una primera etapa de la actividad del Maestro que llaman “primavera galileana”; aparece como el profeta de los nuevos tiempos, que crea dicha y ganas de vivir donde había desesperanza. Es el mensajero previsto por Isaías 52,7: “qué hermosos sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que dice a Sion: tu Dios establece su reino”.
Al inicio de la actividad de Jesús todo sonríe: él predica bienaventuranzas, alegrías para los pobres, hambrientos y afligidos, y él mismo los alegra llevando consuelo a los corazones desgarrados, anunciando el perdón y el amor del Padre; con ello lleva paz a los desconsolados. A veces el mismo Jesús parece admirarse de lo que sucede por medio de él: “levantad los ojos y mirad los campos, que ya amarillean para la siega” (Jn 4,35); “cuando la higuera se pone tierna y echa yemas… está llegando el verano” (Lc 21,30).
Alguna vez nuestros políticos han hablado de “brotes verdes”, como signo de recuperación económica, mejor situación social, etc. No fueron originales; ya los seguidores de Jesús habían percibido esos brotes con mucha más claridad: Jesús estaba transformando el mundo. Naturalmente, Jesús se alegra y los llama a la alegría; los felicita por lo que ven, oyen, experimentan… Los que están cercanos a Jesús adquieren una mirada más penetrante, ven las cosas y ven a través de las cosas; él se lo dirá con claridad: “a vosotros se os ha dado a conocer el misterio del Reino de Dios”, mientras que a los que, desde lejos, miran con escepticismo, por encima del hombro, “todo les resulta un enigma” (Mc 4,11). Jesús exige poco: un corazón sencillo y unos ojos limpios bastan para la admiración.
¿Podemos nosotros felicitarnos por lo que vemos y oímos? Quizá somos demasiado propensos a hacer listas de lo que falta sin saber agradecer lo que ya hay, que en muchos casos es fruto de la fe en Jesús. Los milagros que acontecen en torno a nosotros son innumerables; Jesús puso en marcha una correa de transmisión del bien que no cesa. Son tantos los que dedican su tiempo y energías a hacer el bien a otros, los que se han olvidado de sí mismos para llevar a otros la buena noticia (¿cuántos misioneros y misioneras españolas trabajan en África, Asia u Oceanía, gratuitamente?). ¡Cuánta bondad en nuestro mundo! ¡Dichosos nuestros ojos…!
Vuestro hermano
Severiano Blanco cmf

