Comentario al Evangelio del 17-11-2025
Adaptarse o morir
Dice el refrán: “adaptarse o morir”. Solemos entenderlo como la necesidad inevitable de atender al contexto en el que vivimos, a los cambios que se producen continuamente, y tomar las decisiones necesarias para no condenarse a la irrelevancia y la marginación social. No podemos vivir de espaldas a las vigencias sociales, a los avances técnicos, a los cambios de mentalidad. Si lo hacemos así, podemos estar hablando un lenguaje que ya nadie entiende, respondiendo a preguntas que nadie se hace o proponiendo soluciones a problemas que no existen. Esto es esencial, por ejemplo, en la misión de la Iglesia de anunciar el evangelio: es preciso realizar un esfuerzo constante de “aggiornamento”, de puesta al día, que requiere apertura, capacidad de escucha y discernimiento para captar los signos de los tiempos y, adaptándose a ellos, comunicar de manera eficaz el perenne mensaje del Evangelio de Cristo.
Pero, a la luz de la primera lectura, descubrimos que hay formas indeseables de adaptación, que implican ceder ante presiones indebidas y amoldarse a valores y formas de vida que suponen la traición de las convicciones más profundas, y el abandono de la propia fe. Aquí la expresión “adaptarse o morir” adquiere un significado literal y trágico, porque significa la elección entre la apostasía o la fidelidad a la fe, que puede llevar al martirio. Lo que nos describe el libro de los Macabeos está de triste actualidad, cuando se multiplican en el mundo las persecuciones contra la fe cristiana, en muchos lugares de manera cruenta (pensemos en Nigeria o Paquistán), pero también con formas “soft”, que descalifican o ridiculizan de diversas formas esa misma fe. La Palabra de Dios, que nos sitúa en estas semanas en el contexto de los “últimos tiempos” (de esas dimensiones de ultimidad que dan un sentido definitivo a la vida humana), nos llama a la fidelidad, recordándonos que no toda forma de adaptación es aceptable, y que la fidelidad puede llevar en ocasiones al extremo del martirio.
Para los cristianos el modelo perfecto de adaptación es Jesucristo, que, en su encarnación, se ha adaptado a nuestras condiciones del espacio y el tiempo, pero para traer a este mundo cambiante los valores perennes del amor de Dios, que se traduce en acciones que siempre están de actualidad: acercarse a los marginados (y todos los somos por el pecado), escuchar los gritos de los que claman por la salvación, dar testimonio dando la luz del Evangelio, de manera que, como el ciego sentado al borde del camino, nos pongamos en pie y caminemos siguiendo a Jesús.
Fraternalmente,
José M.ª Vegas cmf

