Comentario al Evangelio del 14-11-2025
Sucedió en los días de Noé y sigue sucediendo hoy mismo. Y lo más probable es que sucederá mañana. Porque a las personas, da lo mismo raza, nación o lo que sea, nos encanta pensar que siempre hacemos lo mismo, que vivimos en un mundo estable y seguro. Y, por eso, cualquier cambio nos asusta, nos atemoriza. Recuerdo los años en que estuve en una residencia universitaria. Cada vez que se proponía un cambio a aquellos jóvenes universitarios, su respuesta era la misma con dos variantes: “Esto siempre se ha hecho así” y “Esto nunca se ha hecho”. Es decir, una reacción negativa ante cualquier posible cambio. Lo gracioso era que aquellos jóvenes llevaban no más de dos o tres años en la residencia. Eso no da idea del significado del “siempre” y del “nunca”.
La realidad es que vivimos en un mundo en constante cambio aunque no lo queramos ver. Hay un momento en que comemos y bebemos y nos casamos y luego, de golpe, viene una visita, un cambio de gobierno, una enfermedad, un accidente, una guerra… y todo cambia de golpe.
El comentario de Jesús no es una amenaza de que va a venir el fin del mundo (sería interesante pensar en qué es eso del fin del mundo; en general, se suele identificar con el fin de “nuestro” pequeño mundo). Simplemente nos recuerda que nuestra vida está siempre en camino y en cambio, que nuestros cuerpos van envejeciendo como van cambiando nuestras ideas, nuestras formas de pensar, nuestros amores. Agarrarse al pasado, a intentar seguir haciendo lo de siempre, es imposible. Materialmente imposible. Lo mejor es tener una mente abierta para ir viviendo el regalo de la vida que Dios nos ha hecho.
Decía un profesor mío que Dios, el Dios de Jesús, nos espera en el futuro. El decía que nos espera a la vuelta de cualquier esquina. Pero para verle hace falta tener los ojos bien abiertos ante lo que nos toca vivir. No vaya a ser que queriendo hacer lo de siempre, no le miremos a la cara al Dios que nos encontramos a la vuelta de la esquina.
Fernando Torres, cmf

