Comentario al Evangelio del 10-10-2025

Fecha

10 Oct 2025

Queridos Hermanos+

Un pasaje del Talmud, especie de enciclopedia judía quizá del siglo V, que recoge tradiciones mucho más antiguas, dice que Jesús “fue colgado por haber practicado la hechicería y haber seducido a Israel”. Es indudablemente la versión no creyente de lo que hoy nos ofrece el evangelio, donde una curación psíquica realizada por Jesús es interpretada como un acto de magia o de uso de poderes diabólicos. Aquellos críticos no parecen bienintencionados, sino personas endurecidas frente al mensaje novedoso de Jesús; para no enmendar sus vidas o modificar criterios recurren a la descalificación del maestro. Poco nos importa la naturaleza precisa del hecho; lo que cuenta es el reproche evangélico a la cerrazón, a la instalación de quien no quiere dejarse interpelar y prefiere interpretar lo que ve, lo que no puede negar, como obra del maligno

No vale la pena detenerse en las dificultades del pasaje evangélico, impregnado por el pensamiento mítico de la época. El mundo, y cada hombre, es considerado por entonces como un campo en disputa; pretenden ocuparlo Jesús y el maligno o los poderes diabólicos. En un lenguaje kerigmático muy discreto, Jesús se designa a sí mismo como uno “más fuerte”; es otra forma de habla del Reino de Dios que se implanta derrotando al simplemente “fuerte”; buena noticia. Pero sigue una enérgica llamada de atención: la casa ocupada por “el más fuerte” no está libre de caer de nuevo en manos del “fuerte”, del anterior dueño; sería una lamentable recaída espiritual.

Jesús habló en algún momento de seguidores que se arrepintieron de la decisión tomada; después de haber puesto la mano en el arado volvieron la vista (Lc 9,62); otros podrían estar pasando por la misma tentación. Y en la Iglesia lucana, ya alejada de los orígenes y que prevé una larga duración en el tiempo, sin parusía a la vista, puede enfriarse el entusiasmo por el “más fuerte” que había llegado y abrirse la puerta al ocupante anterior. Sería una apostasía, que Jesús equivale a caer bajo el poder de siete demonios.

Hace ahora un siglo, los desmitificadores del Nuevo Testamento suponían que, según aquella imagen del mundo, no había espacio para la responsabilidad del hombre, mero juguete de las potencias celestiales o infernales, sin libertad propia. Pero, según este pasaje evangélico, la mentalidad de Jesús no era esa. Él apelaba a la decisión de cada uno, a que considerase qué estaba haciendo con la propia vida. Lucas lo ha expresado bien introduciendo entre las dos extrañas parábolas el dicho sobre estar con Jesús o contra Jesús. Cada uno de nosotros somos cuestionados hoy: ¿a quién hemos abierto nuestra casa? ¿a Jesús, el “más fuerte”, o al primer seductor o engañador que se ha presentado, y que puede tener tantos nombres? Y somos invitados a la vigilancia, para evitar toda “recaída” en nuestro caminar en la fe.

Vuestro hermano
Severiano Blanco cmf

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