Comentario al Evangelio del 1-12-2025

Fecha

01 Dic 2025
En curso…

Varias veces los evangelios nos presentan a Jesús negándose a intervenir en la vida de paganos; las cosas por su orden, según Is 2,2: primero reafirmar la fe de Israel (“estará firme el monte del Señor”), luego ya se acercarán las naciones paganas a participar de sus bienes. Jesús lo dirá explícitamente: “solo he sido enviado a las ovejas perdidas de Israel” (Mt 15,24).

En los antiguos manuscritos bíblicos faltan muchos signos de puntuación, de interrogación, etc.; en nuestro texto de hoy, la respuesta de Jesús al romano debió de ser una pregunta retórica (pongamos el signo de interrogación), que es una negativa: “¿tengo yo que ir a curar a tu criado?”. Y el centurión reconoce que Jesús tiene razón: ¡no va a entrar a casa de un pagano! Este centurión confiesa con humildad que él no pertenece al pueblo elegido, que la salvación le llegará, todo lo más, en un segundo momento; entiende la reticencia de Jesús a hacerle el favor: “yo no soy quien para que tú…”.

Y a la confesión de la propia humildad sigue la impresionante confesión de fe cristológica, que quizá las sucesivas traducciones, ya desde la antigüedad, nos la han oscurecido. El centurión establece una contraposición entre su autoridad y la de Jesús; la suya es limitada, subordinada; él no es el césar… pero tiene algún poder sobre soldados y criados, un poder eficaz. Frente a ese poder limitado, reconoce que Jesús posee un señorío absoluto; ¿cómo no vas a poder dar una orden, incluso a distancia, en favor de mi siervo? Jesús mismo queda sorprendido de la certera fe del pagano; el texto griego dice “etháumasen”, se admiró. Al parecer, sus correligionarios judíos, con toda su preparación veterotestamentaria, no habían llegado a percibir esa su ilimitada autoridad mesiánica.

Esto abre a Jesús, y a la Iglesia de Mateo, grandes perspectivas y esperanzas misioneras: “vendrán muchos del Norte y del Sur y se sentarán a la mesa con los patriarcas…”. Y lo que a Mateo le duele especialmente: muchos “hijos del reino”, es decir, llamados de primera hora, judíos, quedarán fuera.

El evangelista hace una gran advertencia a su Iglesia: no se duerman sobre los laureles, no lo den todo por hecho; la conversión primera no garantiza la perseverancia. San Pablo habla de los judíos que formaban parte del olivo legítimo y sin embargo fueron ramas desgajadas, mientras que ramas de olivos silvestres fueron injertadas en su lugar.

La lección es para dentro de la Iglesia y también para fuera: no debe considerarse a nadie como caso perdido. El pagano, el inmoral, el político corrupto o explotador… no han perdido la capacidad de reconocer en Jesús a su Salvador. Más aún, una actitud de humildad y de fe sincera puede “alterar” el orden de la salvación preestablecido: en este caso, el pagano por delante del judío.

Vuestro hermano
Severiano Blanco cmf

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