Comentario al Evangelio del 1-11-2025
Amigos fuertes de Dios
Hoy los contrastes que presentan las liturgias no pueden ser menos sutiles. Llegan los que han lavado sus túnicas en sangre… ¡y las han blanqueado en la Sangre del Cordero! Son la cantidad innumerable que además es la perfección del 12 (las tribus de Israel) elevadas a la enésima potencia. Son los que vienen de la gran tribulación, es decir, que han sufrido lo indecible. Pero vienen triunfantes. En la segunda lectura se afirma esto: ¡Somos hijos de Dios! Somos unos pobres humanos pero tenemos la enorme dignidad de ser hijos.
Luego viene el Evangelio, donde los pobres son los rícos, los que lloran son los de la verdadera alegría, los perseguidos serán los libres.
Hoy celebramos la fiesta de Todos los Santos; toda esa extraña y paradójica multitud que nos habla de la identidad de Dios. Se nos dice mucho que todos los bautizados estamos llamados a la santidad, y quizá nos imaginemos como estatuas de más o menos calidad artística a las que venerar. Hoy se nos explica con una difícil claridad lo que de verdad es ser santos: aceptar una y otra vez el perdón y la reconciliación que solamente nos puede alcanzar la sangre de Cristo. Son los que pasan por las tribulaciones cotidianas con parecida entereza, paz y heroicidad como los que sufren los mayores tormentos por amor de Dios. Son los que mantienen su dignidad y defienden la de los demás como hijos de Dios. Son los que han descubierto la enorme riqueza de Dios Padre por la que pueden estar desprendidos de todo con la más absoluta confianza; son los que reconocen que la su fuerza viene de la alegría inacabable de Dios. Los mansos que, como coherederos con Cristo, heredarán la tierra. Son los amigos fuertes de Dios, herederos del Reino. Y son una enorme, universal y perfecta multitud entre la que esperamos contarnos.
Cármen Fernandez Aguinaco