Vacaciones compartidas

11 de agosto de 2010
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A lo largo del mes de julio y agosto he tenido la oportunidad de saludar a un buen número de voluntarios que han venido a echar una mano en la costa norte de Honduras, durante su tiempo de vacaciones.

Ciudad Redonda. Un lugar para compartir lo que somos.

Son jóvenes y adultos vinculados de alguna forma a Congregaciones misioneras que están presentes en la diócesis, como Claretianos, Paulinos y Viatorianos. Los misioneros de San Antonio María Claret están en Honduras desde el año 1967 y hoy día tienen comunidades en San Pedro Sula, Tela, Arizona, Másica y La Ceiba. Los misioneros de San Vicente de Paúl están cumpliendo 100 años de presencia en Honduras y tiene comunidades en Tegucigalpa, San Pedro Sula, Puerto Cortés, Cuyamel, Puerto Lempira y Barra Patuca. Los Clérigos de San Viator, hijos espirituales del P. Luis Querbes, llevan 12 años en Honduras y atienden pastoralmente todo el municipio de Jutiapa.

Muchos de estos misioneros son de procedencia española donde sus Congregaciones tienen una presencia secular. Incluso los misioneros paulinos y viatorianos pertenecen a lo que en lenguaje eclesiástico se llaman “Provincias religiosas”, que tienen su sede en España. Esta comunión espiritual y geográfica favorece la acogida en Honduras de jóvenes españoles que, educados y motivados, por los misioneros en las comunidades de España, quieren dedicar el tiempo de sus vacaciones a hacer algo bueno y provechoso por los demás y a compartir la vida y la fe con nuestras comunidades cristianas de Honduras.

Estos voluntarios podrían organizarse las vacaciones en España como un tiempo de descanso, de turismo, de fiesta y diversión, de visita a lugares atractivos por su historia, arte, etc. Sin embargo, vienen a Honduras a colaborar con el trabajo de los misioneros, a compartir la vida con la gente en zonas rurales o suburbanas, a poner al servicio de diversas obras educativas, sociales y formativas sus cualidades y preparación.

No vienen, pues, a la aventura, movidos por la simple curiosidad y sin un plan de trabajo. Antes de venir han tenido sus reuniones y encuentros, han preparado su ánimo y su mente. Y al llegar encuentran unas personas que los acogen, acompañan y orientan, un lugar y un plan de trabajo que se va adaptando según las necesidades y las capacidades de respuesta.

Es consolador y estimulante conocer personas que a la hora de organizar su tiempo de vacaciones piensan antes en los demás, aunque estén geográficamente lejos, que en sí mismos; personas que comprenden y hacen vida las palabras y el ejemplo de Jesús: “el que quiera guardar egoístamente su vida, la pierde; el que entrega su vida por mi y por los demás, la vive en plenitud”.

    

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