El sacerdocio se hace historia personal de acogida del don del Espíritu, que unge y envía, y de respuesta a ese mismo don en las diversas circunstancias de la vida.

El sacerdocio se hace historia personal de acogida del don del Espíritu, que unge y envía, y de respuesta a ese mismo don en las diversas circunstancias de la vida.
Ser una mediación, un puente, una ayuda para llegar a Él. Con mis limitaciones y mis dones, mis pobrezas y mis riquezas, con todo lo que soy.
No sé si soy un cura “conciliar”, pero sí que, por escueto tiempo biográfico, soy un cura “del Concilio”
Casi rayando los sesenta años fui destinado a Bolivia. En esta bendita tierra me encargaron de nuevo tomar las riendas de la formación.
En una convivencia me dieron una pegatina que decía: ¿Dónde serviré yo más y mejor? Ahí quedó la cosa.
Sacerdote al caminar : ser sacerdote es algo que se va recibiendo y haciendo poco a poco, día tras día.
No puedo guardar lo mejor de mi vida. No resulta fácil expresar en un puñado de palabras la vocación sacerdotal.
Muchos son los sacerdotes que se han gastado y desgastado por la comunidad, por los pobres.
¡Cuánto he aprendido de quienes viven la vocación conyugal! ¡Ojalá yo amara a mi comunidad como los esposos se quieren y traducen su amor en pequeños y grandes gestos significativos!
La experiencia misionera es la que me ha ayudado a entender y vivir mi sacerdocio como un servicio a la comunidad.
El sacerdocio se hace historia personal de acogida del don del Espíritu, que unge y envía, y de respuesta a ese mismo don en las diversas circunstancias de la vida.