Eras creyente, y además católico. Lo confesabas con la misma naturalidad con que te identificabas revelando tu nombre y tu apellido. “Soy profundamente religioso”, dijiste tres años antes de morir, “y cada día más específicamente católico”.

Eras creyente, y además católico. Lo confesabas con la misma naturalidad con que te identificabas revelando tu nombre y tu apellido. “Soy profundamente religioso”, dijiste tres años antes de morir, “y cada día más específicamente católico”.
Eras creyente, y además católico. Lo confesabas con la misma naturalidad con que te identificabas revelando tu nombre y tu apellido. “Soy profundamente religioso”, dijiste tres años antes de morir, “y cada día más específicamente católico”.