Es una gracia de Dios encontrarse con mujeres y hombres “felices”, con grupos y comunidades “felices”, en los que -a pesar de todo- reina el buen humor.

Es una gracia de Dios encontrarse con mujeres y hombres “felices”, con grupos y comunidades “felices”, en los que -a pesar de todo- reina el buen humor.
María les recordaba el modo de ser de Jesús, sus gestos y palabras.
Padre, hoy quiero pedirte por mis hermanos de comunidad.
Les cuento una primera experiencia en las montañas de la costa atlántica de Colón (Panamá). Son más de 100 comunidades de raza negra y mestiza. Conviví con estas comunidades esparcidas a lo largo de los ríos, selva adentro y en las costas durante diecisiete años. El principal exponente de esta experiencia son los Delegados de la Palabra de Dios.
Es una gracia de Dios encontrarse con mujeres y hombres “felices”, con grupos y comunidades “felices”, en los que -a pesar de todo- reina el buen humor.
María les recordaba el modo de ser de Jesús, sus gestos y palabras.
Padre, hoy quiero pedirte por mis hermanos de comunidad.
Les cuento una primera experiencia en las montañas de la costa atlántica de Colón (Panamá). Son más de 100 comunidades de raza negra y mestiza. Conviví con estas comunidades esparcidas a lo largo de los ríos, selva adentro y en las costas durante diecisiete años. El principal exponente de esta experiencia son los Delegados de la Palabra de Dios.