
Tiempo de Luz (Domingo 23 de Diciembre de 2012)
El tiempo nuevo amanece, el alba anuncia albricias, la madre está a punto de dar a luz a su hijo primogénito, el universo se extasía, Dios va a mostrar al mundo iluminado el rostro del ser humano.
El tiempo nuevo amanece, el alba anuncia albricias, la madre está a punto de dar a luz a su hijo primogénito, el universo se extasía, Dios va a mostrar al mundo iluminado el rostro del ser humano.
Los creyentes tienen siempre la clave de saberse favorecidos de Dios, de que nada es propio, todo es don gratuito.
El amor encuentra el lenguaje de la belleza y de la poesía para expresar su vibración. Estamos llegando a las vísperas de la Navidad, el corazón del creyente se acelera y se extasía ante la contemplación del misterio inimaginable de que Dios se haya hecho hombre.
¡Qué fácil es volver la espalda a lo que es incómodo o exige un cambio de actitud! Una reacción frecuente para justificar la resistencia es resaltar alguna circunstancia negativa que dé razón para evadir lo que resulta exigente, pues de lo contrario, afectaría nuestra conducta.
Nada queda oculto a los ojos de Dios, mas no como si su mirada fuera la de un vigilante incómodo que impide actuar con libertad, sino como quien está atento a la necesidad de su criatura.
El pueblo de Dios ha vivido tiempos recios de soledad espiritual, se ha sentido culpable, desterrado, exiliado por su idolatría y deslealtad. Ha penado en tierra extranjera por la lejanía del templo. Ahora recibe alborozado el anuncio de que el Señor no lleva cuentas del mal, que vuelve a rescatarlo...
Recurrir a hablar de la belleza te puede parecer evasión, juego de palabras o arte de endulzar lo amargo de la vida, pero que no es capaz de evitar el dolor del mundo.
Por las lecturas bíblicas, este segundo domingo se identifica por las llamadas insistentes que nos hacen los profetas. Te invito a que tomes nota de ellas y las contrastes con la actitud con la que avanzas por el camino de Adviento.
En el corazón del Adviento María se hace presente de una forma especial: Es la Mujer nueva, la Llena de gracia, escogida por Dios y con un sí total en su Corazón.
La realidad que nos rodea puede ser motivo de desesperanza La razón de una reacción u otra, en muchas ocasiones consiste en la lectura trascendente que se haga de ellos; donde unos pueden percibir noche, oscuridad, tiniebla, otros presienten proximidad del alba, advenimiento próximo de la aurora.
¿Quién no ha experimentado, cuando está con los que ama, que todo le es suficiente y, al contrario, cuando penas por la ausencia de los tuyos, nada te satisface?
¡Cómo necesitamos los buenos augurios! En un momento de acoso de circunstancias adversas, la voz del profeta se eleva contra tanto comentario pesimista para anunciar un futuro de paz, de convivencia, de florecimiento fecundo de la creación entera.
En los textos que hoy nos propone la Liturgia, hay una coincidencia evidente. Las palabras “camino”, “senda”, y los verbos “caminar”, “subir”, “ir” que aparecen de manera reiterada conducen hacia el “monte del Señor”, hacia la “casa del Señor”.
Los textos que hoy se proclaman en la Liturgia, además de presentarnos a Isabel, la madre del Precursor, rezuman gozo y un dinamismo espiritual extraordinario.
Al contemplar la escena de la anunciación del ángel, descubrimos no sólo la indigencia de Dios, que pide posada a una mujer para encarnarse en ella, sino que cada ser humano somos mediación para aquellos proyectos que el Creador desee realizar con la cooperación de la Humanidad.
En la fiesta de San Juan de la Cruz, resuena su cántico espiritual que, lleno de amor, desvela que el camino para alcanzar el conocimiento del tesoro revelado en Jesucristo es angosto.
Hay conversaciones íntimas que sólo tienen lugar en momentos privilegiados; uno de los más estelares en la relación de Jesús con los suyos fue cuando subió con ellos al monte alto.
Si dejas que entre hasta lo más hondo de tu conciencia la noticia del proyecto de Dios sobre el ser humano, sobre ti, descubrirás que el Creador está enamorado de su criatura.
Encarcelado, Juan manda preguntar a Jesús si él es quien tenía que venir, después de haberle reconocido como Mesías cuando vino a ser bautizado por él, parece que Jesús no está respondiendo a sus expectativas.
Ella tenía sus planes, se había casado con un joven bien plantado y trabajador, llamado José. Según la costumbre, todavía no convivían, pero ése era su plan en un futuro muy cercano, pensaba la gente.