Liturgia Viva del Lunes de la 30ª semana del Tiempo Ordinario

DIOS, NUESTRO PADRE
(Año I. Rom 8,12-17; Lc 13,10-17)

Introducción
Año I. Somos hijos e hijas de Dios, porque el Espíritu de Cristo, el Hijo perfecto, vive en nosotros. Con Cristo y por medio de su Espíritu, podemos llamar a Dios Padre nuestro. Él es un padre con un amor lleno de afecto y ternura como el de una madre. Dios no es un padre paternalista. Respeta nuestra libertad. Quiere que nosotros seamos responsables y maduros, y que le correspondamos libremente con amor. Quiere que le sirvamos como personas “espirituales”, movidas por el Espíritu, sin ninguna actitud servil.
Evangelio. Un ejemplo claro del amor de Jesús es precisamente el haber curado a la mujer encorvada. De nuevo los legalistas protestan porque Jesús cura a una enferma en sábado. Jesús apela a su sentido común. El sábado es un día de Dios, un día en el que recordamos la bondad de Dios y le damos gracias por su amor. ¿No es acaso el día del Señor el día más apropiado en el que podemos trasmitir el amor de Dios los unos a los otros y crearnos de nuevo los unos a los otros?

Oración Colecta
Oh Dios, tu Espíritu nos impulsa a clamar:
“¡Oh Dios, Padre nuestro!”
No permitas ya más
que te sirvamos como esclavos de ninguna ley,
sino con un espíritu filial --como hijos e hijas--,
que nos hace ir mucho más allá de la ley.
Sí, haznos ver y experimentar
que estamos entregados a tu persona
por medio de lazos de amor
en respuesta a tu amor gratuito
que nos buscó personalmente
aun antes de que fuéramos conscientes de ello.
Te damos gracias por querer ser nuestro Padre
por medio de Jesucristo tu Hijo, nuestro Señor.

Intenciones
  • Por la Iglesia, cuerpo místico de Cristo, para que no se vea dividida en facciones y para que llegue a ser para todos un signo de unidad y amor, roguemos al Señor.
  • Por todo el ancho mundo, para que todos los seres humanos descubran que Dios los ama tiernamente como a hijas e hijos suyos, roguemos al Señor.
  • Por todos nosotros, para que sepamos perdonarnos unos a otros de todo corazón, no buscar revancha, no guardar rencor, y aprender a mirar a los demás como personas queridas por el mismo Padre del cielo, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios, grande y santo:
Con gozo te llamarte Padre
porque somos verdaderamente hijas e hijos tuyos.
Oh Dios, acepta nuestra acción de gracias
por medio de Jesucristo, tu Hijo,
que vino a nosotros para hacernos tus hijos.
Él se va a hacer presente ahora entre nosotros
en estos signos de pan y vino.
Que nos haga sentir más profundamente
que somos tus hijos e hijas
para que así te sirvamos como él lo hizo,
con un amor que no calcula el costo
sino que responde graciosamente a tu amor,
tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Oración después de la Comunión
Oh Dios, Padre nuestro:
Cuando regresamos a nuestro trabajo y a la relación diaria con los hermanos, haz que tu Espíritu sea verdaderamente
nuestro guía en la vida.
Como espíritu que es de amor, que nos ayude
a ver las necesidades y sufrimientos
de los que nos rodean,
a sentir con ellos
y a ayudarles desinteresadamente.
Y, como espíritu que es de de libertad,
que nos haga responsables y maduros
con la madurez a la que tú nos llamas
en Jesucristo nuestro Señor.

Bendición
Hermanos: Somos hijos e hijas libres del Padre. ¡Qué bueno! Y sin embargo sabemos que todo esto es un regalo gracioso de Dios. Dios nos ha hecho hijos suyos por medio de nuestro hermano mayor Jesucristo. Que él siga bendiciéndoles a ustedes, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.