Liturgia Viva del Lunes de la 12ª semana del Tiempo Ordinario

LA VIGA EN TU PROPIO OJO 
(Año I. Gen 12:1-9; Mt 7:1-5)

Introducción
Año I: Una vaga promesa fue todo lo que Abrahán tuvo que aceptar ciegamente cuando siguió la llamada de un Dios desconocido: la promesa consistía en una tierra que habría de poseer -no él sino sus descendientes-, un pueblo numeroso que nacería de él -aunque él tenía ya 75 años-, y su nombre que habría de ser bendecido entre las naciones -pero mucho tiempo después de su muerte-. Por todo eso, tan abstracto y cuestionable, Abrahán tendría que partir de su muy civilizado país, dejar a sus parientes, la casa de su padre, y sus posesiones. Sólo por fe, literalmente, tenía que brincar con los dos pies en un futuro incierto. Él aceptó desarraigarse completamente de todo.
¿Puede nuestra fe compararse con la de Abrahán? ¿Aceptamos el vernos desarraigados de nuestras seguridades? ¿Vivimos en esperanza, en medio de la incertidumbre?

Evangelio. Para la gente que camina teniendo al Señor a su lado no hay lugar para complejos de superioridad. No podemos mirar con desdén y desprecio a las personas de nuestro entorno, solo con el fin de condenarlas. Todos hemos recibido el mismo llamado en Cristo. ¿Acaso no juzgamos con frecuencia y condenamos en otros lo que, consciente o inconscientemente, no condenamos en nosotros mismos? A veces incluso hasta secretamente nos alegramos de que nuestro hermano o hermana adolezcan de nuestros mismos defectos, pero en grado superior al nuestro. Si aplicamos la ley a otros, Dios nos va a medir con la misma severidad de la ley. Miremos dentro de nosotros mismos y saquemos la viga de nuestros propios ojos antes de descubrir la mota en los ojos de los demás.

Colecta
Señor Dios nuestro:
Somos gente que todavía no hemos visto
lo que preparas para nosotros;
sin embargo, tenemos que creer en tu palabra
y caminar hacia adelante en fe y esperanza.
Danos fe, Señor, una fe profunda
que no pida más certeza
que la de que tú sabes a dónde nos conduces
y que todo está bien y seguro
porque tú eres nuestro Dios y Padre
que nos ama, por los siglos de los siglos.

Intenciones
  • Señor, no nos permitas complacernos en juzgar a otros, sino, como tú lo hiciste, en perdonarles sinceramente, oremos.
  • Señor, que nuestra fe sea un acto de confianza de que estamos en tus manos, de que tú nos quieres felices y sabes a dónde nos conduces, oremos.
Que el ser conscientes de nuestros propios defectos nos disponga a dejar a un lado nuestra irritación ante los disparates de los demás, oremos.

Oración sobre las Ofrendas
Oh Padre compasivo y generoso:
Tú nos das tus buenos dones sin medida,
pues eres nuestro Padre.
Acepta en estas ofrendas de pan y vino
nuestro gran deseo de aprender de tu Hijo
a amarnos unos a otros sin medida,
de aprender a entendernos mutuamente
y marchar juntos por los caminos de la paz,
la paz de Jesucristo nuestro Señor.

Oración después de la Comunión
Señor Dios, Padre nuestro:
Tu Hijo vino al mundo
no para condenarlo sino para salvarlo.
Para eso, ahora, en esta celebración eucarística
se entrega a sí mismo por nosotros
Queremos compartir esa su actitud de entrega.
Haznos mirar dentro de nuestros corazones
y aprender a ver en nuestros prójimos,
más allá de sus faltas y defectos,
el rostro de aquél que vino
para perdonarnos con bondad
y colmarnos con su vida,
Jesucristo nuestro Señor.

Bendición
Hermanos: “No juzguen y no serán juzgados”, nos ha dicho el Señor. La tendencia a juzgar es tan fuerte y persistente entre nosotros que es muy difícil de erradicar. Que el Señor les haga más profundamente cristianos, para que les pueda juzgar más benignamente. Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y permanezca siempre. R. Amén.