Liturgia Viva del Jueves de la 5ª semana de Pascua

TODOS SON BIENVENIDOS
(Hch 15,7-21; Jn 15,9-11)

Introducción
    En completa colegialidad, en el Concilio de Jerusalén, los apóstoles decidieron que la Iglesia debía abrirse a todos sin distinción alguna. Se sirve a todos de la misma manera: por medio de Jesucristo, Dios ama a todos indistintamente. Esta decisión del Concilio debió ser un reto tremendo para los judíos, que consideraban a los paganos como impuros y extraños.
    La Iglesia hoy ¿está realmente abierta a todos? ¿No hay acaso distinción de color, lengua y clase social? ¿No hay acaso discriminación contra los pobres, contra gente de “mal historial”, gente de pelo largo y desmelenado, de gustos musicales diferentes, mujeres vestidas con mangas y faldas más cortas? ¿Cuáles son las cosas realmente importantes y que son objeto de fe? ¿Qué es lo que realmente hace que vivamos y permanezcamos en el amor de Cristo?

Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
Tú quieres que la Iglesia se abra
a todas las personas y a todas las naciones,
porque tu Hijo se hizo Salvador para todos;
y tú amas también a todos.
Oh Dios Padre,
danos mentes y corazones abiertos.
Líbranos de nuestros estrechos prejuicios
y haz que desistamos de noldear a otros
a nuestra imagen y semejanza.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Intenciones
  • Para que los líderes de la Iglesia estén siempre abiertos al Espíritu Santo, especialmente cuando tengan que tomar decisiones importantes para el bien de la misma Iglesia y quizás del mundo, roguemos al Señor.
  • Para que Dios, que conoce el corazón del hombre, inspire a los líderes y a los fieles de la Iglesia para no discriminar a nadie por ningún motivo, roguemos al Señor.
  • Para que el Espíritu del Señor nos disponga a ver lo bueno que hay en los otros, incluso en los que difieren mucho de nosotros, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Tu Hijo Jesús está aquí entre nosotros,
no porque seamos una clase privilegiada
sino porque tú eres bueno y amoroso.
Danos el Espíritu de tu Hijo
para que sepamos amar a todos
sin discriminación alguna.
Que una misma fe y un mismo amor
nos una profundamente a todos
en Jesucristo nuestro Señor.

Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro, Padre de todos:
Permanecemos en tu amor
si guardamos tus mandamientos.
Danos la fuerza necesaria
para cumplir tu mandato de amor
sin discriminación alguna.
Y, si tenemos algunos favoritos,
que sean precisamente los pobres y los pequeños,
los que no cuentan,
los que no tienen ni nombre ni derechos,
para que entre todos les facilitemos acceso
a la justicia, al bienestar humano y a la alegría de vivir.
Que de este modo la alegría de tu Hijo esté en nosotros
hasta que un día se perfeccione y complete
en la gloria eterna, por los siglos de los siglos.

Bendición
Hermanos:  ¡Qué magnífico y bello sería un mundo  -incluso una Iglesia-  sin prejuicios ni discriminación, donde las personas sinceramente se aceptaran, se apreciaran y se amaran unas a otras!  Que nosotros al menos nos contemos entre los que se esfuerzan denodadamente por lograrlo.
Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.