Liturgia Viva del Jueves de la 1ª semana del Tiempo Ordinario

¡OJALÁ PUDIERA TOCARLE!
(Año I. Heb 3,7-14;)

Introducción
       Año I. La Carta a los Hebreos se escribió para judíos convertidos al Cristianismo, que sufrían mucho a causa de su fe. Por las persecuciones de los judíos contra los cristianos, muchos habían emigrado de su país Palestina, para vivir entre paganos. Se sentían inseguros y amenazados como “personas desplazadas”; por eso estaban en peligro, como sus antepasados en el desierto, de jugar juegos de apuesta, rechazar a Dios, quizás abandonando su fe. Hoy se les dice: “No endurezcan sus corazones, sino sigan confiando en Dios y escuchándole”.  ¿Acaso no encajan estas mismas palabras hoy en una Iglesia en transición, en una Iglesia inestable y agitada?
      Evangelio. Hay una historia de un padre cuyo hijo nació muy deforme. Estaba desolado y no podía aceptarlo. Pero un día se dijo: “Ojalá pueda besarlo y tocarlo, entonces podré aceptarlo plenamente”. Y eso fue lo que hizo.  --- Jesús no sólo curó al leproso, sino que hasta lo tocó, mostrando que aceptaba y amaba a aquel hombre completamente.

Oración Colecta
Oh Dios y Padre nuestro:
Tú aceptas que tu Hijo Jesucristo
comparta la suerte de los marginados de la sociedad
y cargue sobre sí el sufrimiento de todos.
Que ojalá nosotros lleguemos a ser como él,
para que entre nosotros no haya ni un solo marginado,
para que ningún pecado sea imperdonable,
y para que ninguna miseria sea causa de rechazo.
Haznos, siguiendo el ejemplo de tu Hijo,
personas que alcen al despreciado
con palabras cálidas de acogida
y con obras de ánimo y aliento.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Intenciones
  • Con todos los que buscan perdón y reconciliación, te pedimos a gritos, Señor. Y por todos los que han encontrado perdón, te alabamos, Señor.
  • Con todos los que gimen y se lamentan, día y noche, en su soledad y miseria, te pedimos a gritos, Señor. Con todos los que han encontrado amigos que les ayuden, te alabamos, Señor.
  • Por todos los que ocultan su sufrimiento, clamamos a ti, Señor. Por todos los que comparten con hermanos afligidos y así los levantan de su postración, te alabamos, Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Oh Padre misericordioso:
Con este pan y este vino recordamos
cómo tú nos alzaste
de nuestros temores, culpabilidad o aislamiento.
Disponnos a compartir con todos
nuestra alegría, nuestra aceptación y nuestro afecto
motivados por aquel que compartió nuestra pobreza
y se hizo a sí mismo débil y humilde con nosotros,
Jesucristo nuestro Señor.

Oración después de la Comunión
Oh Dios, Padre amable y misericordioso:
Sentados a la mesa de tu Hijo,
hemos aprendido hoy
a estar presentes los unos a los otros,
como él ha estado presente entre nosotros
aquí en la eucaristía,
con un amor discreto y revitalizador
como un soplo de aire fresco.
En virtud de aquel que nos ha librado
de la dureza de nuestros corazones,
disponnos no sólo a compartir
nuestras riquezas y nuestra pobreza,
sino también a recibirnos los unos a los otros
y a tocarnos unos a otros con nuestro cariño y amor.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Bendición
Hermanos: ¡Qué feliz sería nuestra comunidad si pudiéramos aceptarnos mutua y plenamente como somos, sin juzgar, sin condenar, sin envidiar, sin despreciar a nadie, sin tratar de modelar a los demás conforme a nuestra propia imagen y semejanza. Construyámonos unos a otros, con la bendición del Señor.
Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y permanezca para siempre.