Liturgia Viva del Domingo 32º del Tiempo Ordinario - Ciclo C

El Pueblo de la Resurrección

Saludo  (Ver Segunda Lectura)
Que el propio Señor Jesucristo, y Dios nuestro Padre, que nos ha amado, les conforten a ustedes y les fortalezcan
en todo lo bueno que hacen y dicen.
Que su alegría y esperanza esté siempre con ustedes.

Introducción por el Celebrante
    Ninguna creencia, ninguna doctrina de fe es tan fundamental para nosotros cristianos como la de creer que nuestro Señor Jesús resucitó de entre los muertos y vive para siempre. Juntamente con esto está nuestra fe  -que para la gente pragmática de nuestra época parece mucho más difícil de aceptar-   en que después de nuestra muerte nosotros también  resucitaremos a una nueva vida. Somos el pueblo de un Dios de vida. Somos el pueblo de la resurrección. Somos el pueblo que espera un futuro infinito de felicidad, alegría y amor. Expresamos esta fe, tranquila pero firme, al reunirnos aquí alrededor de nuestro Señor resucitado. Pidamos, pues, hoy al Señor, en esta eucaristía, que afiance y fortalezca esta nuestra fe.

Acto Penitencial
Pidámosle al Señor que nos restablezca a una vida plena perdonándonos todos nuestros pecados.
    (Pausa)
  • Señor Jesús, tú derrotaste a la muerte resucitando a una nueva vida:
    R/ Señor, ten piedad de nosotros.
  • Cristo Jesús, primogénito de entre los muertos,tú nos resucitarás a una vida eterna contigo:
    R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
  • Señor Jesús, tú quieres que seamos pueblo de la resurrección, que alce a los pisoteados y oprimidos:
    R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Ten misericordia de nosotros, Señor, levántanos por encima de nuestros pecados, y llévanos a las alegrías de la vida eterna.

Oración Colecta
Oremos al Dios de la vida.
    (Pausa)
Oh Dios, fuente de vida:
Tú nos has creado para la vida, el amor y la alegría.
Ya que tomamos parte también en la cruz de Jesús,
en las penas y dolores de la vida,
mantén viva nuestra esperanza
de que tu amor fiel tendrá la palabra final
y de que la vida vencerá a la muerte
porque tú has resucitado a Cristo de entre los muertos.
Danos un anhelo firme y una fe inquebrantable
en que tú nos resucitarás con él;
y haz que esta convicción sea nuestra fuerza
cada día de nuestra vida.
Te lo pedimos por medio de Cristo nuestro Señor.

Primera Lectura (2 Mac 7,1-2. 9-14): Dios Nos Resucitará para Vivir para Siempre
    Aún antes de la venida de Cristo, mujeres y jóvenes prefirieron morir antes que renegar de su fe en Dios e ir contra su ley, pues estaban seguros de que Dios los resucitaría y restauraría sus cuerpos torturados.

Segunda Lectura (2 Tes 2,16 – 3,5): La Esperanza en el Amor de Dios Nos Sostiene
    San Pablo anima a los cristianos de Tesalónica a mantenerse firmes en la fe y esperanza, incluso en las pruebas, porque el amor de Dios es eterno.

Evangelio (Lc 20,27-38): El Dios de los Vivos
    La secta de los saduceos, que no creían en la resurrección, trataban de ridiculizar la fe en ella. Jesús responde que son demasiado materialistas para entender la resurrección. Los resucitados vivirán no como en la tierra, sino con una vida totalmente nueva.

Oración de los Fieles
    Nuestro Dios es un Dios no de los muertos sino de los vivos. Le pedimos por todo lo que hace valiosa y significativa la vida. Y digámosle: R/ Señor de vida, escucha nuestra oración.
  • Que Dios renueve sus bendiciones sobre los matrimonios de toda la Iglesia, para que su fidelidad y unidad sean un signo del amor eterno de Dios, roguemos al Señor.
  • Para que mantengamos la buena lucha contra todo lo que mata la vida cristiana: formas deshumanizadoras de trabajo, supresión de la libertad, miedo paralizante, amor eliminado, roguemos al Señor.
  • Para que nuestros queridos difuntos sigan viviendo en la vida que nos transmitieron, en el bien que hacemos, y en el amor íntimo de Dios mismo, roguemos al Señor.
  • Para que todos los que sufren y agonizan compartan nuestra fe en la resurrección y encuentren fortaleza al saber que Dios les ama en vida y más allá de la muerte, roguemos al Señor.
  • Para que todos los perseguidos por el nombre del Señor se mantengan firmes en su esperanza  y heredemos la vida eterna, roguemos al Señor.
Oh Dios de Abrahán, Isaac y Jacob; Dios de Jesús; Dios de los apóstoles y los santos; Dios de nuestros antepasados y nuestros seres queridos difuntos; Dios de vida; guárdanos a todos en tu amor, ahora y por los siglos de los siglos.

Oración sobre las Ofrendas
Dios y Padre nuestro:
Nos presentamos ante ti
con los dones que tú mismo nos has dado:
pan y vino, alimento y bebida,
símbolos de vida y de alegría.
Transfórmalos en los dones de vida eterna,
el pan de vida, Jesús mismo.
Que aprendamos de él a vivir
para ti y los unos para los otros,
hasta que nos acojas con él en el cielo
en tu misma felicidad sin sombra.
Te lo pedimos por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.

Introducción a la Plegaria Eucarística
    Tanto en el prefacio como después de la consagración, expresamos nuestra fe firme y nuestra inquebrantable esperanza en la resurrección del Señor y, por lo tanto, en nuestra propia resurrección.

Después de la Consagración
Proclamemos nuestra fe y esperanza en nuestro Señor resucitado.

Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todos los males
y de todo miedo a la muerte.
Dígnate otorgarnos una paz serena
y una clara confianza en la promesa de Jesús,
de que él es la resurrección y la vida
y de que nos resucitará en el último día,
pues estamos preparándonos con gozo
para la venida plena
de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
R/ Tuyo es el reino…

Invitación a la Comunión (Ver Jn 11,25-26)
Éste es Jesús, nuestro Señor, que nos dice:
“Yo soy la resurrección  y  la vida.
Los que creen en mí vivirán,
y los que viven y creen en mí
nunca morirán.
R/ Señor, no soy digno…

Oración después de la Comunión
Señor de los vivos:
Tú quieres que vivamos incluso después de la muerte
como personas totalmente humanas y completas,
y, sin embargo, hechos totalmente diferentes por tu amor.
En virtud de esta eucaristía danos la gracia de creer,
con una fe tranquila pero firme,
que la vida tiene sentido y vale la pena vivirla,
y que la muerte no es el final,
sino un comienzo totalmente nuevo.
Que esta certeza nos anime a compartir nuestra esperanza
con los que no encuentran sentido a su vida.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

Bendición
Hermanos: Nosotros deberíamos ser personas de esperanza y alegría, porque Cristo ha resucitado.
A causa de nuestro Señor resucitado estamos seguros de que nosotros también resucitaremos con él un día.
Que esta certeza nos colme de una esperanza indestructible en la vida y en el amor de Dios.
Y que la bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.