Liturgia Viva del Jueves de la 29ª semana del Tiempo Ordinario

HE VENIDO A PRENDER FUEGO
(Año I. Rom 6,19-23; Lc 12,49-53)

Introducción
  • Año I. Cristo nos ha liberado para el reino, la vida y el amor de Dios. Es una libertad que no es licencia o libertinaje. Es una libertad que nos remodela en Cristo y nos abre al servicio de Dios y de los hermanos. Es todo un regalo de Dios.
  • Evangelio. Hoy el Señor nos confronta con esta pregunta: ¿Cómo son de ardientes la fe y el amor de ustedes? ¿Puede nuestra fe aguantar contradicción y ridículo, sin que nos dejemos reducir al silencio vergonzoso? Quizás nos resignamos al mal que percibimos en nosotros y en el mundo, y dejamos de alzarnos con valentía en apoyo y defensa de lo bueno y justo. Si nuestro amor al Señor y a la gente fuera suficientemente fuerte, no toleraríamos en nosotros mismos una paz facilona que adormezca nuestra conciencia. Que el fuego del Espíritu arda en nosotros.
Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
Tú nos has hecho libres en Cristo,
libres de nuestro egoísmo,
libres de la vergüenza y del miedo,
libres para la vida y el servicio.
Oh Dios nuestro,
acepta nuestra acción de gracias
por este formidable don gratuito.
Danos fuerza, día a día,
para crecer en esta libertad
y para ayudar a nuestro pequeño o ancho mundo
a alcanzar la misma libertad
contra el pecado y sus consecuencias:
como son la injusticia, el sufrimiento y la opresión.
Y que un día podamos ser plenamente libres
en tu mansión eterna,
por Jesucristo tu hijo nuestro Señor.
Intenciones.
  • Señor Jesús, enciende a tu Iglesia con la llama de un profundo interés por llevar tu Buena Noticia de salvación a todos. Que el evangelio dialogue con el mundo y con sus aspiraciones y necesidades. Por eso te rogamos:
    R/ Señor, escucha nuestra oración.
  • Señor Jesús, da el calor de tu fortaleza a todos los que tienen que pasar a través del fuego del sufrimiento, del fracaso y de la discriminación, y líbralos del desaliento; por eso te rogamos:
    R/ Señor, escucha nuestra oración.
  • Señor Jesús, enciende de nuevo tu fuego en los corazones de aquellos cuya fe se ha vuelto tibia y enfriado, o de los que se han perdido por malos caminos, o han perdido el camino de vuelta hacia ti; por eso te rogamos:
    R/ Señor, escucha nuestra oración.
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios, Padre nuestro:
Estos dones de pan y vino son humildes ofrendas,
pero representan todo el amor de que somos capaces.
Dales vida, para que se conviertan
en el signo viviente de tu amor hacia los hombres,
personificado en Jesucristo.
Por medio de él llena nuestras palabras triviales
con un espíritu de servicio cariñoso
que brote del corazón.
Y llena también nuestros torpes gestos
de amor de los unos hacia los otros
con la integridad y plenitud
del amor de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor.

Oración después de la Comunión
Oh Dios, Padre nuestro:
Tu Hijo vino a traer fuego a la tierra;
él mismo experimentó el fuego
de la condición de la vida humana.
Haznos comprender, Señor, y aceptar
que no queremos paz a cualquier costo.
Danos el fuego de tu Espíritu
para que no busquemos seguridad
en la auto-satisfacción del status quo,
sino que nos comprometamos
a llevar a cabo animosamente nuestra misión,
como Jesús, Hijo tuyo y Señor nuestro
que vive y reina por los siglos de los siglos.

Bendición
Hermanos: Con demasiada frecuencia el fuego de la fe y del amor fácilmente se extingue en nosotros. No somos héroes, o quizás, si acaso, muy raramente. Nos es más fácil vivir tranquilamente en paz, sin complicarnos la vida. Que el Señor nos preserve de una paz mediocre y culpable, y guarde el fuego de la fe y del amor vivo en nosotros, con su bendición.
Y así, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y permanezca para siempre.