Liturgia Viva del Viernes de la 27ª semana del Tiempo Ordinario

JESÚS, MÁS FUERTE QUE EL MAL  (Año I. Jl 1, 13-15; 2,1-2; Lc 11,15-26)

Introducción
    Año I. Juicio. Es una palabra inquietante, molesta. Una inquietante posibilidad. ¿Será acaso también una inquietante realidad? La respuesta depende de nosotros. Nuestras opciones son claras. Estamos enfrentándonos al  mal en nosotros mismos y en el mundo. En la forma cómo nos juzgamos a nosotros mismos, tenemos que tomar una postura frente al mal, de palabra y de acción. Y, como creyentes, tenemos también que ser conscientes  de nuestro rol de intercesión, mediación y reconciliación.
    Evangelio. Vemos el misterio del mal vivo también en el evangelio. Hay gente, incluso gente religiosa, que ve las buenas obras que Jesús hace, los signos que muestran que el reino de Dios está viniendo,   y sin embargo no le aceptan, le rechazan o permanecen neutrales ante él. ¿Quién es este hombre? ¿Le aceptamos como nuestro Salvador? Cuanto más compartimos su vida y llegamos a familiarizarnos con él, más reconoceremos que él es el Hijo de Dios, nuestro amigo, nuestro Salvador. Felices los ojos que lo ven. Y él vence al mal, también en nosotros.

Oración Colecta
Oh Dios, Padre de todos:
Somos hijos e hijas recalcitrantes.
¿Somos tus hijos o no?
Oh Dios, danos amor, danos paz,
para que tu juicio no nos condene,
y que no vengas a nuestro encuentro
cuando no estemos preparados.
Oh Dios, aun  cuando hayamos desordenado todas las cosas,
sigue enviándonos a tu Hijo  repetidamente
para que ponga  todo en orden,
ya que no podemos prescindir de él,
porque él es el Señor y salvador de este mundo
ahora y por los siglos de los siglos.

Intenciones 
Para que estemos convencidos de que nuestra fe en Cristo puede ayudarnos a vencer la cantidad de mal que anida en nosotros y en derredor nuestro, roguemos al Señor.
Para que sepamos reconocer y apreciar el bien que otros hacen, roguemos al Señor.
Para que, por la fuerza de Cristo, no le demos oportunidad al mal y al maligno para arruinar nuestras vidas, roguemos al Señor.

Oración sobre las Ofrendas
Señor, Dios y Padre nuestro:
No todo está bien en el mejor de los mundos.
Tu pueblo pasa hambre y está oprimido
porque fallamos en escuchar tu palabra.
Danos valor, Señor,
para hablar claro y para alzarnos
en favor de los derechos de nuestros hermanos,
de la dignidad de los más pequeños de todos,
de la libertad y la vida que tú nos has prometido
en Jesucristo nuestro Señor.

Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
Hemos escuchado las palabras de Jesús
y hemos participado de su mesa.
Él se hizo cercano a nosotros
y nosotros creemos en él
como nuestro Señor y Salvador.
Que él despierte también nuestra conciencia
de que con él tenemos que luchar contra el mal
para que él crezca en nosotros.
Queremos rogar también
para que la bondad triunfe en este nuestro mundo
y para que el reino de justicia y paz
amanezca en toda la humanidad.
Te lo pedimos por el mismo Cristo nuestro Señor.

Bendición
Hermanos: Hace pocos días le oímos a Jesús decir: “Benditos los ojos que ven lo que ustedes ven.”  Sí, bienaventurados nosotros porque Jesús nos ha dado la gracia de nuestra fe, para que creamos en Jesús, para que veamos también en todos  las buenas cosas que suceden en nuestro mundo por medio de gente que cree en él.
Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y permanezca para siempre.