Liturgia Viva del Miércoles de la 27ª semana del Tiempo Ordinario

Dios quiere que todos se salven 
(Año I. Jonas 4,1-11; Lc 11,1-4)

Introducción
    Año I. Dios es un Dios que salva. Llama a todos los seres humanos a la salvación en Jesucristo, y no discrimina ni hace segregación. Su reino está abierto a todos los hombres, a todas las razas, a todas las culturas, a todas las lenguas, y a gentes de toda condición. Y tiene clara preferencia por los más necesitados. Porque él es el Padre de todos y se preocupa de quienes la gente no se preocupa. --- ¿Hacemos nosotros lo suficiente para llevarlos a todos a su Hijo Jesucristo? ¿Abrimos la comunidad cristiana a todos, sin discriminación alguna?  ¿O hay un poco de Jonás vivo en nosotros?
    Evangelio. Los discípulos debieron admirar a Jesús cuando  oraba, porque, cuando acabó, le pidieron que les enseñara a orar. Esto es, en verdad, lo que nosotros también deberíamos pedirle en esta eucaristía: que nuestra oración sea amplia y profunda como la suya, dando honor y gloria al Padre y llevándole el torrente de las necesidades y de los afanes de todos. Y como Jesús también, en nuestras oraciones no intentamos doblegar la voluntad de Dios a la nuestra, sino más bien lo contrario: doblegamos la nuestra a la voluntad y al designio de Dios sobre nosotros.

Oración Colecta
Oh Dios:
Tú eres tierno y compasivo,
tardo para la ira, rico en bondad y benevolencia,
y poco dispuesto al castigo.
Tú quieres que todos los hombres participen de tu amor.
Oh Dios, haz nuestro amor tan universal como el tuyo.
Haznos agradecidos por todo lo que tú nos has dado
por medio de tu Hijo Jesucristo,
para que el celo de una Iglesia misionera
ojalá pueda reunir a todos  en tu Reino,
y todos te llamen Padre,
por los siglos de los siglos.

Intenciones
  • Para que la Iglesia misma sea la primera en practicar el ejemplo de Dios de perdonar a sus hijos difíciles y extraviados, roguemos al Señor.
  • Para que los misioneros descubran primero lo bueno de la gente a la que son enviados, y también de su cultura, antes que criticar negativamente y  condenar, roguemos al Señor.
  • Para que roguemos constantemente por los miles de millones de gente que no conocen todavía a Dios y a su enviado, Jesucristo, roguemos al Señor.

Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios y Padre nuestro:
Dígnate aceptar este pan y este vino,
para que tu Hijo renueve entre nosotros
y para todos su muerte y resurrección salvadoras.
Y te rogamos, con utópico anhelo, que llegue el tiempo    
en el que él parta su pan de Vida
y escancie su vino de alegría
para todas las personas de la tierra,
para que tu nombre sea alabado
en todas partes, por los siglos de los siglos.

Oración después de la Comunión
Oh Dios y Padre nuestro:
No permitas que estemos descansando autosatisfechos
en un pedacito de sombra bajo un pequeño árbol
como para buscar alivio por nuestras frustraciones.
Danos coraje y valor para salir de nosotros mismos
e ir a los caminos del mundo
donde hay gente que te busca, aun sin saberlo.
y ser para ellos, aun con nuestras limitaciones,
signos de tu amor que unifica
y de la libertad y felicidad
que tú has preparado para todos
en Jesucristo nuestro Señor.

Bendición
Hermanos: Nos llamamos “católicos”, ¿no es verdad?  Es decir, gente “universal”,  por definición. ¿Cuánto y cómo nos preocupamos de los otros y de su eterna felicidad?  La gente, cercana o lejana, habría de ser siempre nuestra preocupación. Guardemos  a  todos  en  nuestra  mente  y  en  nuestro  corazón, con la bendición del Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo.