Liturgia Viva del Lunes de la 20ª semana del Tiempo Ordinario

Se marchó triste  (Jue 2:11-19; Mt 19:16-22)

Introducción
    Con la primera lectura de hoy, tomamos, por algunos días, el libro de los Jueces. Su autor presenta hoy una especie de teología de la historia de los israelitas, en cuatro etapas:
  1. El pueblo abandona al Dios de la Alianza y sirve a los ídolos de Canaán.
  2. Dios se enoja por la infidelidad del pueblo. Para su castigo, los entrega al dominio y a la explotación de los cananeos
  3. Entonces el pueblo recobra el juicio y clama a Dios pidiendo misericordia
  4. Dios escucha su clamor y les da un líder, un “Juez”, para liberarlos; y por un tiempo sirven fielmente a Dios, hasta que el ciclo comienza de nuevo en toda la línea. 
    También la Iglesia conoce tiempos de mayor fervor y renovación espiritual, alternando con tiempos de estancamiento y reincidencia.

    Seguramente el joven del evangelio de hoy nos da lástima por no tener el valor de renunciar a su riqueza por un bien superior. Era un joven recto, lleno de buena voluntad, deseoso de una vida más allá de la mediocridad y de la autosatisfacción. Sin embargo, cuando Jesús le llama y le reta directamente, no tiene valor para renunciar voluntariamente a sus posesiones para ser totalmente feliz. --- Pero ¿somos acaso nosotros mejores que él? ¿Estamos dispuestos a compartir lo nuestro, hasta que duela, también a costa de nosotros mismos?

Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
Estamos deseosos de seguir a tu Hijo
a dondequiera nos lleve,
pero no, si tenemos que renunciar
a nuestros pequeños o grandes apegos
a cosas o a personas.
Oh Dios, danos la mentalidad de tu propio Hijo
y su Espíritu de valor y entrega,
para que con Jesús no temamos las consecuencias
de entregarnos a tu pueblo y a ti.
Sé tú nuestro único Dios y nuestro todo en la vida,
ahora y por los siglos de los siglos.

Intenciones
  • Por las personas que sienten gran dificultad en compartir sus riquezas, para que el Señor abra sus ojos y su corazón a las necesidades de sus hermanos, roguemos al Señor.
  • Por los que oyen que el Señor les llama a vocaciones especiales de entrega y servicio en la Iglesia, para sepan responder generosamente a ese llamado y luego perseveren fielmente en su respuesta, roguemos al Señor.
  • Por todos nosotros, para que sepamos apreciar los dones de Dios con sincera gratitud, y sepamos usarlos para el bien común de todos, roguemos al Señor.

Oración sobre las Ofrendas
Señor, Dios nuestro:
En este pan y este vino
acogemos a tu Hijo en medio de nosotros.
Que, al ponerse él mismo en nuestras manos,
enteramente y sin retener nada para sí,
nos dé la fuerza para seguirle hasta el fin,
sin mirar atrás y sin considerar los sacrificios,
porque él es nuestro Dios y Señor
por los siglos de los siglos.

Oración después de la Comunión
Dios y Señor nuestro:
Tú has saciado nuestra hambre espiritual,
hambre de alimento perenne.
Que ésta sea hambre de ti,
de tu pueblo, de la vida en su plenitud;
hambre que no se pueda acallar.
Danos el valor de sacrificar todo
por Jesús y su evangelio,
para que con él te demos
no solo lo mejor que tenemos,
sino todo nuestro ser, nuestro todo,
por el poder de Jesucristo nuestro Señor.

Bendición
    Hermanos: El joven del evangelio preguntó a Jesús: “¿Qué me falta?”. Quizás nosotros pensemos, de buena fe y sin vanagloriarnos, que hemos hecho mucho por el Señor. Pero cabe preguntarnos: ¿Nos hemos dado a nosotros mismos? ¿Qué hay ahí en nosotros a lo que no hemos renunciado todavía?

Que Dios todopoderoso les bendiga, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.