Liturgia Viva del Martes de la 2ª semana del Tiempo Ordinario

LAS LEYES SON SERVIDORAS DEL PUEBLO
(Año I. Heb 6,10-20; Mc 2,23-28)

Introducción
      Año I. Nuestra firme esperanza, el ancla de nuestra fe, es que Dios hizo a Cristo nuestro sumo sacerdote según el orden de Melquisedec; una frase más bien oscura para nosotros, que Pablo explicará más adelante. De todos modos, nuestra fe se basa en la palabra de Dios y en Cristo.
       Evangelio. La función de las leyes es ordenar las relaciones dentro de la comunidad, de tal modo que se guarden los derechos de Dios y de la gente con la que convivimos, y para hacernos conscientes de nuestras propias responsabilidades. Sin embargo, la experiencia nos muestra  que es una tentación humana  permanente convertir las leyes en algo absoluto, hasta llegar a hacer a las personas esclavas de la ley, en vez de que la ley sea servidora de las personas. Jesús nos recuerda hoy la prioridad de las personas y de la comunidad humana por encima de la letra de la ley.

Oración Colecta
Es más fácil para nosotros buscar la seguridad
observando las leyes y costumbres
que siendo personalmente responsables
de las personas con que convivimos.
y sirviéndote a ti con la libertad del amor.
Danos un poco de tu propia fantasía;
envíanos al Espíritu Santo que nos colme
con tu amor inventivo y creador,
para que sepamos buscar siempre nuevos caminos
para así alcanzarte a ti y a los hermanos.
Concédenoslo por medio de Jesucristo nuestro Señor.

Intenciones
  • Para que los cristianos entiendan los mandamientos como puertas que nos llevan a sentirnos libres del pecado y del mal,  y como caminos para servir a Dios y a los hermanos, roguemos al Señor.
  • Para que los legisladores de las naciones dicten leyes que sean verdaderamente humanas y sirvan al bien común de todos, roguemos al Señor.
  • Que el Día del Señor, el domingo,  sea para nosotros una ocasión especial para crecer en el amor de todos nuestros seres queridos, para visitar a los enfermos y para servir a los necesitados, roguemos al Señor.

Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios y Padre nuestro:
Tú ordenas al sol brillar
y a la lluvia caer sobre los campos
sembrados por el labrador,
para satisfacer su hambre con pan y arroz.
Alivia aquí nuestra hambre de bondad,
de amor y de cosas perdurables
con la eucaristía,  pan de vida eterna,
que es el mismo Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro,
que vive y reina contigo y con nosotros
por los siglos de los siglos.

Oración después de la Comunión
Oh Dios y Padre nuestro:
Nosotros convertimos tus leyes,
e incluso las nuestras,
en algo inflexible y absoluto,
por las que nos encarcelamos
a nosotros mismos y a los demás.
Y entonces tú te nos das a ti mismo en tu Hijo Jesús
para recordarnos que lo que cuenta es
cómo vivimos para ti y para los hermanos
y cómo hacemos partícipes los unos a los otros
de nuestra propia persona.  
Que esta eucaristía nos colme
con la mentalidad de tu Hijo,
para que nos hagamos presentes
los unos a los otros
con un amor liberador.
Ya que tú nos has hecho liberado
de toda esclavitud,
por Jesucristo nuestro Señor.

Bendición:
Hermanos: Las leyes se hacen y son para el pueblo, no el pueblo para las leyes. Esto se aplica también a las leyes de Dios. Los mandamientos son pautas o directrices, ayudas para el pueblo, no absolutos tiranos.
Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.