Liturgia Viva del Domingo 4º de Adviento - Ciclo B

CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO – Ciclo B
  1. Siervo del Señor
  2. Palabras Fidedignas de Dios y de María
Saludo (Ver Segunda Lectura)
Gloria a Dios que es capaz de darles a ustedes la fuerza para vivir de acuerdo con  la Buena Nueva de Jesucristo, el Hijo de Dios. Esa Buena Noticia es ahora proclamada a todos. Que ojalá ustedes la acepten y que el Señor Jesús esté siempre con  ustedes.

Introducción por el Celebrante   (Doble Opción)
  1. Sierva del Señor
    ¿En qué medida estamos disponibles para Dios y vemos lo que él quiere hacer en nosotros y por medio de nosotros? Hoy se nos muestra el ejemplo maravilloso de María. Aun sin ver claramente todo lo que implicaba, aceptó su misión de llegar a ser la madre del Salvador. -- Jesús quiere nacer en nuestro mundo por medio de nosotros también, con nuestra colaboración. Nosotros también tenemos que decir nuestro Sí a Dios y a sus planes para nosotros y para el mundo. Digamos generosamente nuestro Sí con Jesús y María.
  2. Palabras Fidedignas de Dios y de María
    ¿Son fidedignas nuestras palabras? ¿Con qué frecuencia guardamos nuestras promesas? Muchas veces, en el pasado, Dios había prometido traer alegría, felicidad y libertad a su pueblo. Él mantuvo su palabra y promesa de una forma que sobrepasaba, de lejos, lo que el pueblo esperaba: Envió a su propio Hijo para que se hiciera uno de nosotros. Sí, él era el Hijo de Dios, pero también el hijo de una madre humana. Dentro de pocos días, en Navidad, celebraremos cómo Dios nos dio a Jesús. Hoy escuchamos a un ángel que anuncia a María que Dios cumpliría su palabra para con el pueblo por medio de ella, y María dio su palabra de que cooperaría con el plan de Dios. Como ella y con Jesús digamos nosotros también nuestro Sí a Dios ahora en esta eucaristía.

Acto Penitencial
Nuestra indiferencia y nuestros rechazos han sido obstáculos para los planes de Dios.
Pidamos al Señor que nos perdone.
(Pausa)
  • Señor Jesús, contigo y con María queremos abrirnos a la Palabra de Dios:
    R/. Señor, ten piedad de nosotros.
  • Cristo Jesús, contigo y con María estamos dispuestos a arrostrar los riesgos y consecuencias de nuestro compromiso y entrega a Dios y a los hermanos:
    R/. Cristo, ten piedad de nosotros.
  • Señor Jesús, queremos aprender de ti y de María a servir.
    R/. Señor, ten piedad de nosotros.
En tu misericordia, Señor, dinos tu palabra de perdón, haz que respondamos a tus palabras de vida, y llévanos a la vida eterna. Amén.

Oración Colecta
Oremos a nuestro Padre, para que seamos receptivos a la venida de su Hijo.
(Pausa)
Oh Dios altísimo, Señor de los Señores:
Tú tienes una preferencia sorprendente
para los pequeños y humildes,
que esperan todo de ti.
Elegiste a María, la virgen madre de Nazaret, modesta y sin pretensiones,
para ser la madre de tu Hijo Jesús.
Por medio de tu Santo Espíritu
haznos conscientes de la pobreza de nuestros corazones,
para que nos abramos a ti y te acojamos,
estemos dispuestos como María
a servirte a ti y a tus planes, y que esperemos todo de ti.
Ven a nosotros y entrégate a ti mismo a nosotros
por medio de Jesucristo nuestro Señor.

Primera Lectura (2 Sam 7,1-5. 8-12. 14-16): Una Casa que Resistirá Firme para Siempre
David propone construir para Dios la casa material de un templo. Pero Dios escoge la casa espiritual de la dinastía de David, de la que nacerá un Salvador para su pueblo.



Segunda Lectura (Rom 16, 25-27): Dios se revela a sí mismo en Jesucristo.
Con San Pablo alabemos a Dios, que permaneció escondido durante largo tiempo, pero ahora, en su sabiduría, se ha mostrado a sí mismo en Jesucristo. Esta es la Buena Noticia que hay que predicar a todos.

Evangelio (Lc 1,26-38): ¡Que Se Haga en Mí Tu Voluntad
Los planes de Dios se cumplen cuando la gente, con toda humildad como María, recibe a Dios según sus condiciones.

Oración de los Fieles
Abramos nuestros corazones al Señor Jesús para que viva en nosotros y esté con nosotros. Y digámosle confiados:
R/. Señor, planta tu tienda en nosotros.
  • Señor, siéntete cómodo en tu Iglesia, para que ella pueda abrirse a ti en los pobres, y para que todos los que te buscan encuentren en ella tu perdón, tu vida, tu verdad y tu alegría, y así te decimos:
  • Señor, siéntete cómodo con tus sacerdotes y con las personas consagradas, para que vivan a la perfección la palabra que una vez te dieron, y para que te rinden humilde servicio en el pueblo que les has encomendado a su cuidado, y así te decimos:
  • Señor, siéntete cómodo en nuestro mundo, para que las culturas y los pueblos se comprendan unos a otros, busquen juntos la paz, y promuevan la justicia y el amor, y así te decimos:
  • Señor, siéntete cómodo en nuestras familias, únelas con fidelidad y ternura, guía a los padres para que eduquen a sus hijos de forma que crezcan hasta ser adultos maduros como tú, y así te decimos:
  • Señor, siéntete cómodo en nuestras comunidades cristianas, en las que acojamos a todo el que tenga necesidad, en las que nos sirvamos unos a otros con alegría, y te hagamos visible y palpable por medio de nuestro amor incansable, y así te decimos:
Señor, ¡Qué bueno estar contigo y ser conscientes de que tú vives en medio de nosotros! Te pedimos que, como María, no guardemos nada para nosotros mismos, sino que te entreguemos a otros para que así puedan ellos conocerte y amarte, ahora y por los siglos de los siglos.

Oración de Ofertorio
Oh Dios siempre fiel:
Somos conscientes de nuestras limitaciones
y de la insuficiencia de estos dones de pan y vino
que te presentamos.
Que nuestra misma pobreza te disponga
a llenar nuestros corazones vacíos
con la sabiduría de tu Santo Espíritu
y con la presencia de aquél
a quien esperamos con gran anhelo
tu Hijo Jesucristo, nuestro Señor,
por los siglos de los siglos.

Introducción a la Plegaria Eucarística
En seguida vamos a pedir en la plegaria eucarística que, por el poder del Espíritu Santo, este pan y este vino se conviertan en Jesucristo mismo. Que ojalá, por el mismo Espíritu, Jesús nazca también en nuestros corazones y en nuestro mundo.

Introducción al Padrenuestro
Por el poder del Espíritu Santo
Jesús nació de la Virgen María
y nosotros hemos llegado a ser hijos de Dios.
Movidos por el mismo Espíritu
recitemos a nuestro Padre de cielo la oración de Jesús:
R/. Padre nuestro…

Líbranos, Señor
Líbranos, Señor,
por nuestro orgullo en nuestros propios éxitos
que nos cierra a tus dones.
Líbranos de edificar para ti
espléndidos templos en los que encerrarte,
para que nos elijas a nosotros, tu pueblo,
más que a un edificio hecho de piedras muertas,
como tu casa en la que quieres vivir,
por medio de aquél a quien esperamos con alegría y esperanza,
nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
R/. Tuyo es el reino…

Invitación a la Comunión
Oh Dios y Padre nuestro:
Tú colmas de bienes a los hambrientos
y despides vacíos a los ricos y autosuficientes.
En esta eucaristía nos has colmado
con la palabra y con el pan de vida de tu Hijo Jesucristo.
Danos la gracia de sentirnos hambrientos
de su venida a los corazones y a los hogares de todos.
Cólmanos con su espíritu de servicio y de amor generoso
para que por medio de nosotros
él se haga cercano a nuestros hermanos.
Te lo pedimos en nombre del mismo Jesucristo, el Señor.

Bendición
Hermanos: Estamos ya muy cerca de Navidad.
Con la Virgen María, la madre expectante, esperamos la venida del Señor.
Con ella decimos: Somos siervos del Señor; queremos cumplir su voluntad y dar a su Hijo a todos, para que también tengan parte en su salvación.
Para ello, que la bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y les acompañe siempre.