Liturgia Viva del Domingo 20º del Tiempo Ordinario - Ciclo A

Saludo (Ver la Primera Lectura)
Mi casa se llamará casa de oración
para todos los pueblos,
dice el Señor.
Mientras el Señor nos da la bienvenida a todos,
abrámonos sin fronteras a todos.
Que el Señor, Salvador de todos,
esté con ustedes.

Introducción por el Celebrante

A. ¿Qué clase de Católicos Somos Nosotros?
¿Qué anchura tienen las puertas de nuestra Iglesia? ¿Hay en nuestra Iglesia lugar para todos? Sabemos y profesamos que Dios es el Padre de todos. Creemos y proclamamos que Jesús murió por todos y cada uno de nosotros. --- Sin embargo, ¿es ésa la realidad? A veces, incluso despreciamos a otros cristianos, y aun a otros católicos también, porque no honran al Señor de la mismísima forma que nosotros lo hacemos. Pidamos al Señor de todos que nos ayude a extirpar toda discriminación y que con él nos abramos a todos.

B. Ya No Somos Extraños o Forasteros
¿Qué pensamos de los extranjeros, de los forasteros y desconocidos? ¿Cómo los tratamos? ¿Cuál es nuestra actitud hacia gente que es diferente de nosotros? La actitud cristiana habría de ser de aceptación y acogida, pues ésa es la actitud de Dios. Todos somos hijos de Dios, y queremos la felicidad de todos. Él llama a todos a su casa, y quiere que esta su casa sea de oración para todos. Con Cristo, seamos acogedores y demos a todos la bienvenida.

Acto Penitencial
Pidamos perdón a Dios y unos a otros porque nuestros corazones
están con frecuencia cerrados y no son tan grandes como el corazón de Dios.
(Pausa)
Señor Jesús, Hijo de David, tú nos revelaste a tu Padre como el Dios de todos los pueblos:
R/ Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo Jesús, tú viniste a salvar a todos y te entregaste a la muerte y resucitaste por todos.
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

Señor Jesús, tú escuchas la oración de los paganos y te das a conocer a todos los que te buscan.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.

Ten misericordia de nosotros, Señor y perdona nuestra estrechez de miras y nuestro egoísmo.
Danos corazones grandes y abiertos de par en par, para acoger con bondad a todos
y llévanos a la vida eterna.

Oración Colecta
Oremos al Padre de todos
para que nuestro corazón, como el suyo,
se abra a todos.
(Pausa)
Oh Padre de todos:
Hace ya muchísimo tiempo
elegiste al pueblo de Israel
para dar a conocer tu nombre a todas las naciones.
Tu Hijo Jesucristo dejó claro
que perdón y plenitud de vida son
el tesoro de todos los que creen en él.
Haz realmente de tu Iglesia un lugar de encuentro
para todos los que te buscan a tientas.
Que todos los obstáculos y barreras se eliminen,
y que las riquezas de todas las naciones y culturas
revelen los mil rostros del amor que nos muestras
en Jesucristo nuestro Señor.

Oración de los Fieles

Oremos a Dios nuestro Padre, que abre su corazón y su casa a todos los que le buscan, y digámosle: R/ Escucha a tu pueblo, Señor.
  • Para que la Iglesia esté atenta a la vida y a las necesidades del mundo de hoy y descubra en sus aspiraciones puentes hacia la esperanza cristiana, roguemos al Señor.
  • Para que en la Iglesia universal haya espacio para las riquezas culturales de los diversos pueblos y para manifestar una única y misma fe en una variedad de lenguas y formas de expresión, roguemos al Señor.
  • Para que los judíos, primer pueblo llamado por Dios, vean sus esperanzas colmadas, y un día descubran a Cristo como su Salvador, roguemos al Señor.
  • Para que nosotros sepamos abrir nuestros corazones y nuestros hogares a todos los que son difíciles de acomodar: desconocidos y refugiados, los parados sin trabajo y los pobres, las víctimas de la discriminación y de la opresión; para que hagamos todo lo que podamos para integrarlos dentro de la comunidad humana y cristiana, roguemos al Señor.
  • Para que todos nosotros aquí reunidos nos sintamos preocupados por los que no están aquí, porque se han alejado de la Iglesia, para que nuestras vidas y nuestra conducta puedan revelarles a Cristo, roguemos al Señor.
    Oh Dios y Padre nuestro, no permitas que lleguemos a ser un grupo cerrado en sí mismo, autosatisfecho, sino conviértenos en una auténtica comunidad abierta a toda clase de gente y a todas las necesidades del los hermanos, a causa de Jesucristo nuestro Señor.

Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios y Padre nuestro:
Tú preparaste la mesa de tu Hijo
para todos los que quieran acudir:
para santos y para pecadores, para pobres y para ricos.
Danos a tu Hijo Jesucristo.
Queremos aprender de él a compartir
-con todos los que piden alimento o amor-,
no escasas migajas o sobras de comida,
sino el alimento de nosotros mismos,
como hace aquí en este altar para nosotros Jesús,
Hijo tuyo y Señor nuestro,
por los siglos de los siglos.

Introducción a la Plegaria Eucarística

En el centro de la celebración eucarística recordamos que Cristo murió y resucitó por todos y que quiere reunir a todos en su reino.

Introducción al Padre Nuestro
Con las palabras de Jesús nuestro Señor
oremos al Padre de todos
para que su reino venga
a cada persona de la tierra.
R/ Padre nuestro…

Oración por la Paz
Señor Jesucristo:
Tú quieres llevar la paz de tu reino
a todos los que deseen recibir tu amor.
En el banquete de tu reino
tú no miras a nadie como extraño.
Dispón también nuestra mente y corazón
para que sepamos reconocer en cada persona
un hijo o hija amados por tu Padre.
Haz que sepamos compartir tu paz con todos
y conduce a todos a tu reino
donde tú vives y reinas
por los siglos de los siglos.

Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, el Señor,
que ha preparado su mesa para nosotros.
Él invita a todos los que creen en él
y están dispuestos a acercarse a él.

Oración después de la Comunión
Oh Dios y Padre nuestro:
En esta eucaristía todos hemos sido uno en Jesucristo tu Hijo.
Él murió y resucitó a la vida por todos;
su imagen se refleja en el rostro de cada ser humano.
¡Ojalá se hiciera visible en todos!
Que su rostro no se afee o se desmorone
por nuestros prejuicios y temores;
no permitas que nuestro amor sea menos que universal,
y así únenos a todos en aquel que es
nuestro camino común hacia ti y de los unos hacia los otros,
Jesucristo mismo, nuestro Señor.

Bendición
Hermanos: Hemos oído al Señor que nos decía en esta eucaristía:
"Mi casa se llamará casa de oración para todos los pueblos".
La "casa" del Señor no es sólo este edificio de piedra y cemento en el que nos reunimos para orar, sino que la "casa" es el pueblo de Dios, el cuerpo vivo de Cristo.
Que ojalá haya espacio en esta casa, es decir, entre nosotros, en nuestras comunidades cristianas, para todo ser humano, sea cual sea su raza o su clase social, su cultura o educación.
Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.