Liturgia Viva del Jueves de la 3ª semana de Pascua

ENCUENTRO CON CRISTO EN LA PALABRA Y EN EL SACRAMENTO  
(Hch 8,26-40; Jn 6,44-51)

Introducción
     Lucas presenta en el Libro de Los Hechos la conversión del tesorero de la reina de Etiopía muy en paralelo con la de los discípulos de Emaús. Éstos habían escuchado la explicación de las Escrituras por parte de  Cristo acerca de sí mismo, y entonces reconocieron y encontraron realmente al Señor, vivo y resucitado, al partir el pan, en la eucaristía. El etíope había recibido explicación de las Escrituras sobre el cordero sacrificado y sobre la buena nueva de la resurrección de Jesús.
    En el evangelio, Cristo habla de nuevo de sí mismo como pan de vida que hay que aceptar con fe, y promete dar el pan de su propia carne en la eucaristía para la vida del mundo, para la vida eterna.

Oración Colecta

Oh Padre de bondad:
Tú atraes hacia ti a todos los hombres
que creen en tu Hijo Jesucristo.
Fe, Señor, fe es lo que necesitamos.
Dánosla, te rogamos;
una fe viva para que podamos encontrar hoy
a Jesucristo, tu Hijo,
en tu palabra que nos diriges,
en el pan de vida que nos ofreces,
y en el alimento que podemos compartir
mutuamente con los hermanos.
Todo ello en el mismo Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro,
que vive contigo y con el Espíritu Santo
ahora y por los siglos de los siglos.


Intenciones

  • Señor Jesús, haz que tu palabra y tu persona estén tan vivas en nosotros que sintamos la necesidad y urgencia de compartirlas con todos los que viven junto a nosotros; y así te decimos:
  • Señor Jesús, que la eucaristía revitalice nuestras comunidades con un espíritu de servicio y de justicia, y así te decimos:
  • Señor Jesús, queremos volvernos entusiastas en el amor y en el compartir, como los primeros cristianos; y así te decimos:

Oración sobre las Ofrendas

Señor Dios,
Queremos vivir,
vivir al máximo y sin límites ni fronteras.
Te rogamos nos des el pan de vida, ,
para que conozcamos, amemos y vivamos intensamente;
para que nos demos a nosotros mismos
con Jesús, que se dio a sí  mismo
como carne  para la vida del mundo.
Que así podamos resucitar con él en el último día
para vivir felizmente contigo
por los siglos de los siglos.


Oración después de la Comunión

Oh Dios de los vivientes:
Tú nos has dado el pan de vida
para que, comiéndolo,
no muramos y tengamos vida.
Te damos gracias por ello, Padre,
pero fortalece y haz más profunda nuestra fe,
para que reconozcamos que tu Hijo está con nosotros,
y que con él el mundo puede vivir
una vida digna de vivirse,
una vida de esperanza y de justicia,
de dignidad y de amor,
una vida que perdure
por los siglos de los siglos.


Bendición
Hermanos: Vivir, ser vivaz, vibrar animosos con la vida, así es cómo nosotros y nuestras comunidades habríamos de mostrarnos, si es que el Señor está vivo realmente entre nosotros. Algunas comunidades cristianas primitivas se llamaban a sí mismas “Hoy zontes”, “los que viven”.  ¿Acaso no habríamos de ser todos así?
Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos nosotros y permanezca para siempre.