Liturgia Viva del Martes de la 3ª semana de Pascua

JESÚS, EL PAN DE VIDA VIVE EN SUS DISCÍPULOS
(Hch 7,51 – 8,1; Jn 6, 30-35)

Introducción
    Esteban y los cristianos perseguidos de la Iglesia primitiva re-viven en sí mimos la pasión de Cristo; sufren no solamente  “por” Cristo, sino también “con él y como él”; su actitud es también: “Señor Jesús, recibe mi espíritu; Señor, no guardes esto contra ellos”. Pero Esteban y los primeros cristianos están seguros de que la muerte no tiene la última palabra: ellos seguirán viviendo  después con Cristo Resucitado.
Los cristianos se sustentan en la vida con el verdadero pan del cielo, Cristo mismo, que parte para ellos el pan de su palabra y el pan de sí mismo, porque él es pan “entregado”, que se sacrifica a sí mismo para dar vida. Cristo es la respuesta a nuestras hambres más profundas. Nosotros también habríamos de “hambrearle” a él y decir: “Danos siempre este pan”.

Oración Colecta
Señor Dios nuestro, Padre generoso:
Tú nos has dado a tu Hijo Jesús
para vivir de nuevo, con él y como él,
su pasión y resurrección.
Por medio de Jesús, danos el valor
de ponernos en tus manos
en las pruebas de la vida y en la misma muerte,
para que un día veamos tu gloria
y veamos también, sentado a tu derecha,
a tu Hijo Jesucristo,
que vive y reina contigo
por los siglos de los siglos.

Intenciones
  • Por los que buscan sentido a su vida y tienen hambre de lo bueno, lo bello y lo justo, para que encuentren personalmente a Jesús, roguemos al Señor.
  • Por aquellos cuya fe es probada en persecuciones, para que el Señor les dé fortaleza para permanecer siempre fieles, roguemos al Señor.
  • Por nuestras comunidades cristianas, para que nunca sean privadas de la eucaristía, rogamos al Señor.

Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios, Padre eterno:
En estos signos de pan y vino
tú nos das a tu Hijo Jesucristo.
Concédenos que le comamos y nunca más tengamos hambre,
que creamos en él y nunca más tengamos sed.
Que él sea para nosotros el pan de inmortalidad
que nos sustenta en el camino de la vida,
hasta que alcancemos tu morada eterna
donde podamos vivir contigo
por los siglos de los siglos.

Oración después de la Comunión
Señor, Dios amoroso:
Tu Hijo nos ha alimentado
con el pan de vida de sí mismo.
Danos siempre este pan.
Que Jesús calme nuestras hambres más profundas:
hambre de todo lo bello, bueno y verdadero.
para que seamos para todos los que nos rodean
pan entregado para la vida del mundo,
juntamente con tu Hijo Jesucristo
que vive contigo y con nosotros
por los siglos de los siglos.

Bendición
Hermanos: “Danos siempre este pan”, dijo a Jesús la muchedumbre de la multiplicación de los panes. Cristo es nuestro pan, nuestro alimento, nuestra riqueza, el sentido de nuestras vidas, que nos acompaña en el viaje de la vida. Que siga siempre nutriéndonos con el pan de sí mismo, en la eucaristía. Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y permanezca siempre.