Liturgia Viva del Sábado de la Octava de Pascua

NO PODEMOS CALLAR (Hch 4,13-21; Mc 16,9-15)

Introducción
Si realmente hemos encontrado con fe al Señor Resucitado, nadie nos puede parar de proclamarlo a él y a su Buena Nueva de salvación. Pero más impactante y más convincente que cualquier cosa que digamos será el lenguaje vivo de nuestras actitudes y acciones. Ésa debería ser nuestra experiencia,  como fue la de los apóstoles. Vivimos la misma vida que otra gente, hacemos las mismas cosas, pero deberíamos hacerlas de una manera diferente si es que realmente hemos encontrado a Cristo.

Oración Colecta
Oh Dios y Padre nuestro:
Tu Hijo  Jesús vivió entre nosotros,
carne de nuestra carne, sangre de nuestra sangre;
por amor murió por nosotros
y tú le resucitaste a una nueva vida.
Queremos fervientemente experimentar
su amor y su presencia
hasta tal punto que, como los apóstoles,
no podamos nunca parar de proclamar
lo que hemos visto y oído,
y que por ello los hombres
te den gloria y alabanza a ti, Dios nuestro.
Te lo pedimos en nombre de Jesucristo, el Señor.

Intenciones
  1. Para que la Iglesia no dude nunca en proclamar  al mundo verdades, valores y estilos de vida inspirados en Jesús y en su evangelio, que seguramente al mismo mundo no le agrada oír, roguemos al Señor.
  2. Para que los misioneros, y, de hecho, todos los cristianos sigamos proclamando con nuestro estilo de vida que Cristo vive y es importante para todos, roguemos al Señor.
  3. Para que nunca nos cansemos de vivir la vida del Señor Resucitado y conservemos siempre vivo el entusiasmo de una fe profunda y de una adhesión plena a Jesús, roguemos al Señor.

Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Dígnate aceptar este pan y este vino
y ve con agrado el que tu Hijo Jesús
esté vivo y presente entre nosotros
en estos signos humildes,
frutos de la tierra y del trabajo del hombre.
Que él nos dé un poco de su fortaleza
para guardarnos tiesos y firmes
en las tormentas de la vida,
y para vivir con la alegría
propia de personas redimidas,
ya que el Señor está vivo
y nosotros también lo estamos gracias a él,
ahora y ojalá por los siglos de los siglos.

Oración después de la Comunión
Oh Padre de nuestro Señor Jesucristo:
Tu Hijo nos ha escogido
para ser sus compañeros.
Que los hombres le reconozcan en nosotros
y que ellos le acepten a él
cuando nuestra conducta y nuestro obrar les convenzan
de que él efectivamente está con nosotros
y de que tú eres nuestro Dios,
que vives en la unidad del Espíritu Santo
ahora y por los siglos de los siglos.

Bendición
Hermanos: Durante toda esta Semana después de Pascua nos hemos empapado de la fe en el Señor Resucitado. Que esta fe, desde luego, sea el núcleo de nuestra creencia y de nuestra vida. El Señor ha resucitado. Nosotros también resucitamos con él, incluso ahora, poco a poco, a una vida nueva y más hermosa, en Cristo Jesús. Permanezcamos en esta bella certeza y alegría.
Y para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y permanezca para siempre.