Liturgia Viva del Jueves de la Octava de Pascua

TESTIGOS DEL SEÑOR RESUCITADO (Hch 3,11-26; Lc 24,35-48)

Introducción
Nos reunimos con frecuencia para la celebración de nuestra eucaristía porque creemos firmemente que Cristo murió por nosotros y resucitó de entre los muertos. Nos juntamos como hermanos en torno al Señor Resucitado, para abrir nuestras mentes y corazones a su palabra, y para dejarle que nos llene con su presencia viva. Él nos dice, como les dijo a sus apóstoles: “Miren, soy yo mismo; escúchenme; tóquenme en la comida y en la bebida de la eucaristía”.
Así pues, en nuestras asambleas proclamamos a Cristo Resucitado y damos testimonio de él. Pero esta fe ha de encontrar expresión visible en nuestra vida cristiana de cada día: Ya que Cristo ha resucitado, tiene que resucitar también en nosotros; tenemos que llegar a ser nuevas personas y nuevo pueblo en los que Cristo vive. Tenemos que dar testimonio de él con toda nuestra vida.

Oración Colecta
Dios todopoderoso y Padre nuestro:
Jesús murió por nosotros en la cruz
y tú le resucitaste de entre los muertos.
Nosotros no hemos visto las señales de los clavos en sus manos
ni hemos tocado la herida de su costado,
pero creemos que está vivo
y presente aquí en medio de nosotros.
Abre nuestros corazones a su palabra
y toquémosle en el pan de la eucaristía,
para que él nos alce por encima de nuestros pecados
y nos cambie en hombres y mujeres nuevos.
Y de esta manera podamos dar testimonio de tu Hijo Resucitado, Jesucristo, nuestro Señor.

Intenciones
  1. Para que en nombre del Señor Resucitado la Iglesia eleve a sus miembros, e incluso a personas de fuera de la misma, a una vida nueva y mejor, roguemos al Señor.
  2. Para que Jesús Resucitado nos dé paz y serenidad de corazón, para que en él  encontremos a alguien por quien vale la pena vivir y que dé auténtico sentido a nuestras vidas, roguemos al Señor.
  3. Para que el Señor Resucitado otorgue paz a nuestras comunidades cristianas por medio de la certeza de que él está con nosotros y parte para nosotros el pan de la eucaristía, roguemos al Señor.

Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios, Padre de vida:
Con este pan y este vino celebramos
la presencia de tu Hijo en medio de nosotros,
aquí alrededor de esta mesa
y también en la vida de cada día.
Que sepamos experimentarle aquí
como tu gran don para nosotros
y que él permanezca con nosotros
en nuestra perenne búsqueda
y en nuestro esfuerzo sincero  para ser tu pueblo,
que trata de vivir la nueva vida resucitada
de Jesucristo nuestro Señor.

Oración después de la Comunión
Oh Dios de vida y de amor salvador:
En esta eucaristía pascual
hemos disfrutado de la presencia de tu Hijo
en medio de nosotros,
pues hemos estado juntos en su nombre,
nos ha dirigido sus palabras de vida,
y hemos compartido en su banquete.
Que él continúe viviendo en nuestra comunidad
por nuestra presencia atenta a nuestros hermanos,
por nuestra fe común expresada                                                                                     en obras de amor y de servicio,
de gratitud y compasión,
por nuestros esfuerzos por crear un mundo mejor
donde haya justicia y esperanza para todos.
Y que así caminemos juntos hacia ti
y demos testimonio de que Cristo es nuestro Señor
y de que vive ahora y por los siglos de los siglos.

Bendición
Hermanos: Jesús nos ha dicho en esta eucaristía: “La paz esté con ustedes”. Realmente es él quien vive en medio de nosotros. Toquémosle en nuestra oración,  y en nuestra cercanía e intimidad con él. Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y les acompañe siempre.