Liturgia Viva del Jueves Santo

MISA VESPERTINA DE LA CENA DEL SEÑOR

(Dos Opciones)   
   
1.    “Éste es Mi Cuerpo, Que Es para Ustedes”
2.    “Hagan Esto en Conmemoración Mía”

1.    ”Éste es Mi Cuerpo, que Es para Ustedes”

Saludo
“Éste es mi cuerpo, que es para ustedes”, dice el Señor.
“Hagan esto como memorial mío”.
Que el Señor Jesús esté siempre con ustedes.

Introducción por el Celebrante
Esta tarde (noche) hemos venido, juntos como hermanos, a celebrar la memoria de la Cena de Despedida de Jesús: En esta cena tan cargada de emoción y significado, Jesús hizo y dijo cosas insólitas y chocantes. Como el más humilde de los siervos, él, el gran Maestro y Señor, lavó los pies de sus discípulos y les dijo que se hicieran, como él, servidores los unos de los otros, servidores del pueblo. Después, cuando estaban comiendo, les pasó el pan y el vino diciendo: “Esto es mi cuerpo partido para ustedes. Ésta es la copa de mi sangre derramada por ustedes. Ámense unos a otros como yo les he amado”. ---  Estos acontecimientos ocurrieron hace mucho tiempo, y sin embargo, Jesús nos repite a nosotros aquí y ahora: Hagan esto en conmemoración mía. Les he dado ejemplo. Tienen que hacer ustedes como yo he hecho. Como yo he servido, así tienen ustedes que servir; como yo les he amado, así deben amarse unos a otros.

2.  “Hagan Esto en Conmemoración Mía”
   
Saludo (Ver el Evangelio)
Dice el Señor:
“Si yo, que soy su Maestro y Señor,
les he lavado los pies,
también ustedes deben lavarse los pies unos a otros,
porque les he dado ejemplo
para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes”.
Que el Señor y siervo, Jesús,  esté siempre con ustedes.

Introducción por el Celebrante
Cuando Jesús instituyó la eucaristía en la Última Cena, dijo: “Hagan esto en conmemoración mía”. En  memoria de Jesús estamos ahora recordando y celebrando lo que ocurrió en la Última Cena y haciendo de nuevo lo que él hizo allí, como lo realizamos, de hecho, en cada eucaristía. Nosotros, pueblo de Dios, somos ahora los discípulos de la Última Cena. El sacerdote, que actúa en el nombre de Jesús, representa al mismo Jesús. La mesa, en torno a la que los discípulos estaban reunidos, es ahora el altar.  La habitación (o Cenáculo) de la Última Cena es este templo. Como los discípulos, estamos reunidos como comunidad en torno a Jesús, y comiendo con él. Éste es un acto fundamental para nuestras comunidades cristianas: estar reunidos en torno al Señor, para comer y beber con él y de esta manera estar más unidos a él y ser más como él. Celebremos, pues, gozosamente con el Señor.

Acto Penitencial
Nuestro Señor se nos da a sí mismo en la eucaristía
para que con su fuerza hagamos como él hizo.
En su presencia, y en presencia de los hermanos,
preguntémonos si hemos sido fieles
a esta tarea de amor.
        (Pausa)

Señor, en la eucaristía nos llamas a todos juntos
para ser uno en ti, pero fallamos en poner aparte nuestras diferencias  y edificar juntos justicia y amor entre nosotros.
R/  Señor, ten piedad de nosotros.

Oh Cristo, Señor nuestro: En la eucaristía tú nos sirves pero el servicio y el sacrificio en beneficio de otros  nos parecen con frecuencia demasiado humillantes y nos cuesta demasiado realizarlos.
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

Señor, en la eucaristía tú sigues  entregándote a ti mismo por nosotros, pero, cuando nosotros  tenemos que compartir,  con frecuencia medimos y pesamos nuestros dones y no nos damos a nosotros mismos.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.

Que el Señor tenga misericordia de nosotros,  perdone nuestra falta de amor y servicio y nos lleve a la vida eterna.

Oración Colecta
Oremos para que podamos celebrar esta santa Cena
con la misma actitud del Señor.
        (Pausa)
Oh Dios y Padre nuestro:
En esta tarde (noche),
tan diferente de otras tardes (noches),
estamos aquí reunidos para participar en la cena
que tu único Hijo nos legó,
de forma que él pudiera permanecer con nosotros
con toda la plenitud de su amor liberador.
Él nos dio esta cena
cuando estaba a punto de morir,
y nos mandó celebrarla
como el nuevo y eterno sacrificio.
Te pedimos que en este encuentro con tu Hijo
él comparta con nosotros tu vida y amor
y sea nuestro pan de fortaleza
que nos haga capaces de cumplir tu amorosa voluntad
y de servir generosamente a nuestros prójimos,
cercanos o lejanos.
Te lo pedimos por medio de Jesucristo nuestro Señor.

Primera Lectura (Ex 12,1-8.11-14): Un Día de Fiesta, para Siempre
Como los judíos se salvaban por la sangre del cordero pascual, así recordamos que Jesús es nuestro Cordero Pascual salvador.

Segunda Lectura (1 Cor 11,23-26): Este es mi Cuerpo, entregado para Ustedes
San  Pablo nos recuerda que tenemos que dejar a Jesús hacer entre nosotros, en su memoria, lo mismo que hizo en la Última Cena: Darnos su cuerpo como comida.

Evangelio (Jn 13,1-1): Lávense los Pies Unos a Otros: ¡Sirvan!
Jesús lavó los pies de sus apóstoles para recalcarles a ellos, y también a nosotros, que el servicio está en el corazón del Evangelio, junto con la entrega de sí mismo.

Oración de los Fieles
En esta tarde (noche), tan diferente de otras tardes (noches), estamos invitados con los apóstoles a la Cena del Señor. Roguémosle que sepamos conectar íntimamente con su propia actitud y disposición interior, en aquella noche antes de su pasión,  y digámosle:  R/ Quédate con nosotros, Señor.

-    Señor Jesús, Cordero de Dios, tú cumples la voluntad del Padre hasta el fin; eres fiel a tu misión de amor. Danos la misma fidelidad, para que no busquemos con terquedad nuestra propia voluntad, sino la voluntad del Padre, en todo lo que hagamos. Y así te rogamos:  R/ Quédate con nosotros, Señor.

-    Señor, en la Última Cena encontraste una forma misteriosa y sacramental para permanecer por siempre con los que amas. Danos fuerza y valor para seguir estando del lado de los que necesitan amor, para que les ayudemos en su miseria y pobreza, y les induzcamos a esperar en ti y en la vida. Y así te rogamos:  R/ Quédate con nosotros, Señor.

-    Cristo, nuestro Salvador, en la Última Cena tú nos diste tu mandamiento de amor como tu último testamento. Danos la gracia de comprometernos a hacer obras de amor, de forma que así podamos celebrar genuinamente la eucaristía,   trabajando también por la justicia social, por la paz y por el respeto de la dignidad humana de nuestros hermanos. Y así te rogamos: R/ Quédate con nosotros, Señor.

-    Señor, en esta tarde (noche) santa, tú nos muestras que tu amor no consiste en meras palabras, sino que es totalmente eficaz, más fuerte que la muerte, pues entregas tu vida por nosotros. Danos fuerza para amarte a ti y a los hermanos con un amor más fuerte y efectivo que las palabras, con un amor fiel y total. Y así te rogamos:  R/ Quédate con nosotros, Señor.

-    Señor Jesús, en esta tarde (noche) santa, tú nos enseñas que “amor” significa servicio humilde. Te pedimos valor para hacer “obras de caridad”, no para ser vistos por la gente, sino para ayudar a otros callada y discretamente, respetando su dignidad humana; y danos arrojo para dar preferencia  a los más pobres, a los desconocidos, a los pequeños, a los marginados y rechazados de la vida. Y así te rogamos:  R/ Quédate con nosotros, Señor.

Señor Jesucristo, Señor de amor: Tú dijiste en la Última Cena  -y nos lo repites a nosotros esta tarde (noche)-  que una persona no puede tener mayor amor que dando su vida por sus amigos. Danos fuerza para evitar vivir para nosotros mismos, y, gracias al calor de nuestros corazones y a nuestra entrega de unos a otros, para hacer tu amor un poco más visible en la tierra, para que todos crean en ti, ahora y por los siglos de los siglos.

Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios y Padre nuestro:
Tu Hijo Jesús se dio a sí mismo a sus amigos
como el nuevo Cordero Pascual
bajo el sabor de un trozo de pan
y con la alegría de una copa de vino.
Ahora que está él con nosotros,
le pedimos que nos alimente con su cuerpo
para hacernos realmente
su “cuerpo místico” para el mundo,
es decir, la Iglesia de su pueblo peregrino
en marcha hacia la tierra prometida
donde esperamos gozar de alegría y felicidad eternas.
Te lo pedimos por el mismo Cristo, nuestro Señor.

Introducción a la Plegaria Eucarística
Hoy Jesús nos dice de una manera conmovedora: Esto es mi cuerpo y ésta es mi sangre para ustedes; soy yo mismo, que me entrego a ustedes. Aprendan de mí a darse ustedes mismos a Dios y los unos a los otros. – Demos gracias por todo ello.

Introducción al Padre Nuestro
Antes de participar en el banquete del Señor como pueblo que él ha unido, oremos con el Señor Jesús la oración que él mismo nos enseñó. R/  Padre Nuestro…

Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todos los males.
Danos hoy el pan de tu Hijo   
que nos anime a seguir adelante
por el camino del amor y del servicio
y que sea nuestra fuerza
en las pruebas de la vida,
mientras esperamos con gozosa alegría
la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.

Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, el Señor,
Cordero de Dios que entregó su vida
para eliminar nuestros pecados
y para ser nuestra vida.
Vengan a la mesa del Señor
en paz y amistad.
Es el mismo Señor quien nos invita
y el mismo Señor quien nos alimenta;
es el Señor quien nos da su paz.

Oración después de la Comunión
Oh Dios y Padre nuestro:
Cuando tu Hijo Jesús
se entregó a sí mismo a sus amigos
como comida y bebida para el camino,
se comprometió
a permanecer con nosotros
como el  “hombre-para-los-demás”
y como el “Señor-que-sirve”.
Queremos aprender de él
a entregarnos a nuestro prójimo,
a amar y servir a los hermanos sin contar el precio
y a liberar a nuestros hermanos y hermanas
de cualquier mal que les esclavice,
como un anticipo de la felicidad eterna
que, según tu promesa, tú nos preparas
por medio de Jesucristo, nuestro Señor.

Antes de la Procesión con el Santísimo
Después de la Última Cena, Jesús fue con sus apóstoles al huerto de Getsemaní a orar, antes de que lo apresaran y comenzara así su pasión, para morir al día siguiente en la cruz. Como a los apóstoles, el Señor nos pide a nosotros también vigilar y orar con él. Podríamos reflexionar, en el rato de nuestra adoración, sobre la forma cómo él aceptó su pasión por amor fiel a su Padre y a nosotros.  Podríamos también darle gracias  por permanecer con nosotros en la eucaristía, para ser entre nosotros vínculo de unidad y de amor.