Liturgia Viva del Viernes de la 1ª semana del Tiempo Ordinario

TUS PECADOS QUEDAN PERDONADOS
(1 Sm 8,4-7.10-22; Mc 2,1-12)

Introducción
    La lectura del Libro de Samuel es un buen ejemplo del conflicto que resulta cuando los nuevos tiempos exigen nuevas instituciones. La estructura tribal de Israel encontraba mucha dificultad en defender al pueblo, al territorio y al liderazgo carismático religioso, frente a pueblos vecinos mejor organizados. Ellos, los judíos, también necesitarían estructuras e instituciones más centralizadas. Pero algunos aceptarían con mucha dificultad la reforma necesaria. Un rey sería decepcionante -como lo probó la experiencia posterior- como líder político y religioso. Esto no contradice el hecho de que eran necesarios cambios profundos; pero siempre es difícil afrontar cambios.
Evangelio. En la Biblia, a los milagros se les llaman “signos”. Son -como la curación del paralítico- manifestaciones visibles de que algo importante ha ocurrido en el interior de la persona. El paralítico puede caminar. Puede ponerse de pie y moverse como un ser humano, como una persona que recibe perdón y que puede alzarse de la parálisis del pecado. ¿No podríamos nosotros también dar “señales” a la gente que nos rodea, de que Dios está vivo en nosotros, mientras las alzamos y eficazmente las hacemos salir de sus miserias?

Oración Colecta
Oh Dios y Padre nuestro:
Somos tu pueblo,
a veces paralizado por nuestros miedos
y nuestra fascinación con el pecado.
Que tu Hijo nos dirija
sus palabras poderosas de perdón y de fortaleza,
para alzarnos por encima de nosotros mismos,
por encima de nuestra cobardía y de nuestros torpes arreglos.
Así iremos resueltamente
por el camino hacia ti y a los hermanos,
por el poder de Jesucristo nuestro Señor.

Intenciones
  • Para que la Iglesia, consciente de sus propios defectos y oportunidades perdidas, ofrezca humildemente perdón y nuevas oportunidades a todos los que yerran, y llegue a ser en el mundo un signo de perdón y reconciliación, roguemos al Señor.
  • Para que nuestros hogares sean espacios de mutua comprensión y reconciliación; que los jóvenes aprendan de sus padres y de todos a perdonar ofensas y heridas roguemos al Señor.
  • Por todas las comunidades cristianas, para que estemos menos interesados en nuestros derechos y en nuestra soberbia ofendida que en aprender el camino de Jesús, el perdón y la reconciliación, y en ayudarnos unos a otros a hacernos nuevos y a trabajar juntos por un mundo mejor, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios y Padre nuestro:
Que tu Hijo venga aquí entre nosotros
para tomarnos de la mano
y hacernos levantar con alegría y valor.
Renuévanos con su cuerpo y con su sangre
para que seamos también, los unos para los otros,
como su palabra que da ánimo
y como sus manos que ayudan.
Y de esta forma la gente te alabe y te bendiga,
ahora y por los siglos de los siglos.

Oración después de la Comunión
Oh Dios y Padre nuestro:
Tu Hijo estaba siempre atento al pueblo,
a sus desgracias y necesidades.
Que él viva en nosotros hoy
y que nosotros seamos su voz
que lleve a todos reconciliación y paz.
Que seamos también su corazón,
que ame sin límites ni fronteras;
y sus manos, que construyan un mundo
de justicia, dignidad, servicio y amor.
Te pedimos todo esto
en el nombre de Jesús, el Señor.

Bendición
Hermanos: Intentemos, con todo nuestro ser, alzar de nuevo a los que están paralizados por sus propios temores,
limitaciones y condenas, y acompañarlos en su viaje hacia Dios y hacia los hermanos.
Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y permanezca para siempre.