Liturgia Viva del SAN CAMILO DE LELIS, presbítero

Introducción
Después de una juventud más bien turbulenta y de una carrera militar, Camilo de Lelis se vio obligado a internarse en un hospital de Roma para un tratamiento prolongado. Allí descubrió por sí mismo la incompetencia y falta de dedicación de los enfermeros de su tiempo. Más tarde se ordenó sacerdote y fundó una congregación (Camilos) para ayudar a los enfermos, especialmente los incurables. Uno de sus compañeros escribió su biografía. En ella describe cómo trataba a los enfermos, como si fueran otros Cristos, incluso pidiéndoles perdón.

Colecta
Oh Dios, Padre de vida y amor:
Hoy te damos gracias por San Camilo,
que visitó a tu Hijo en los enfermos.
Él hubiera querido tomar sobre sí mismo
sus enfermedades y sufrimientos,
o al menos mitigar sus dolencias
y aliviar sus debilidades.
Esta es, Señor, la clase de amor
que pedimos para nosotros
y para la que no nos sentimos todavía capaces.
Pero haz que en el rostro de los que sufren
veamos el rostro mismo de Jesús
que provoque en nosotros un amor generoso
que se olvida de sí mismo y se entrega a los demás.
Te lo pedimos por el mismo Jesucristo,
tu Hijo, nuestro Señor.

Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios y Padre nuestro:
Unimos nuestras voces y nuestros corazones
para participar en el sacrificio de tu Hijo.
Te pedimos que sepamos asimilar en nosotros
su disposición interior y sus actitudes;
que con él te amemos intensamente a ti
y te sirvamos generosamente en nuestros hermanos.
Te lo pedimos en el nombre de Jesús, el Señor.

Oración después de la Comunión
Oh Dios Padre nuestro:
Tú nos muestras en tu Hijo Jesús y en los santos
lo lejos a que puede llegar el amor.
Por la fuerza de esta eucaristía,
y motivados por el ejemplo de San Camilo,
ayúdanos a no poner límites ni condiciones
a nuestro afecto y generosidad
y ayúdanos también a arriesgarnos, con Jesús,
a entregarnos generosamente
en las manos de nuestros hermanos.
Que los abusos de confianza no nos desalienten,
que la indiferencia de los otros
no provoquen rechazo en nosotros,
ya que tú nos has amado hasta el fin
en Cristo Jesús, nuestro Señor.