Liturgia Viva del Domingo X del Tiempo Ordinario - Ciclo C
A Ti Te Digo: ¡Levántate!
Saludo (Ver Segunda Lectura)
Dios nos llamó por su mucho amor
y quiso revelarnos a su Hijo
para que anunciemos a otros
la Buena Noticia de salvación
Que su vida y su gracia esté con ustedes.
Introducción por el Celebrante
Damos gracias a Dios si en momentos de angustia y aflicción hay alguien a nuestro lado que nos susurra: “¡Arriba, levántate! Hay tantas cosas por las que vale la pena vivir…” Damos también gracias a Dios, si nosotros mismos podemos decir a alguien que se siente derrotado en la vida: “¡Aúpa, arriba! ¡A vivir de nuevo!” --- Aquí está ahora Jesús con nosotros, en la eucaristía, y nos dice: “¡A ustedes se lo digo, levántense! ¡Vivan! ¡Vivan mi vida, para Dios y los unos para los otros!” --- Abramos nuestro corazón a su palabra de vida.
Acto Penitencial
Pidamos al Señor que visite a su pueblo
y que nos traiga la vida de su perdón.
(Pausa)
Señor Jesús, tú eres la resurrección y la vida.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo Jesús, tú eres el primogénito de entre los muertos.
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, las palabras que tú profieres son espíritu y vida.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Ten misericordia de nosotros, Señor,
pronuncia sobre nosotros las palabras
que nos resuciten de la muerte del pecado.
Y llévanos a la vida eterna.
Oración Colecta
Oremos a Dios nuestro Padre
para que vivamos plenamente en su Hijo.
(Pausa)
Padre de toda vida:
La muerte está actuando en nosotros
cuando nos debilita en la fe
y cuando logra cansarnos
en el amor y en el trabajo por la justicia
Que tu Hijo Jesús nos visite a nosotros, su pueblo,
nos toque con su compasión
y nos alce de nuestro desaliento.
Que él nos dé la fuerza necesaria
para animar a nuestros hermanos y hermanas
afectados por el abatimiento y dolor.
Álzanos y resucítanos un día a todos
para la vida eterna.
Te lo pedimos en el nombre de Jesucristo Resucitado,
nuestro Señor.
Primera Lectura (1 Re 17,17-24): El Profeta Elías Resucita al Hijo de la Viuda.
Una pobre viuda había ofrecido generosamente al profeta Elías alimento y cobijo. Ahora su único hijo y su único sustento y sostén está agonizando. Elías lo devuelve a la vida.
Segunda Lectura (Gal 1,11-19): Dios me Llamó para Anunciar la Buena Noticia de Salvación
Pablo nos dice cómo él había sido un perseguidor de la joven Iglesia y cómo, en cambio, Dios le ha elegido para predicar el evangelio de Jesús a los gentiles.
Evangelio (Lc 7,11-17): Muchacho, Yo te lo Ordeno, Levántate
En Jesús, la compasión de Dios para con el pueblo se hace palpable y visible. Él restaura a la vida al hijo muerto de una viuda.
Oración de los Fieles
Todos nosotros ponemos nuestra confianza en nuestro Dios misericordioso y le pedimos que visite a su pueblo afligido y angustiado. Y así le decimos: R/ Señor de vida, tú eres nuestra esperanza.
- Dios misericordioso y compasivo, conserva a tu Iglesia en actitud de perdón y paciencia hacia sus miembros que yerran o que incluso se rebelan, para que proclame auténticamente la reconciliación para todos, roguemos al Señor. R/ Señor de vida, tú eres nuestra esperanza.
- Oh Dios de los tristes y afligidos, cólmanos con cristiana empatía para con los que sufren, y danos el suficiente valor para decirles en tu nombre: “No lloren. El Señor les ama”. Y así te pedimos: R/ Señor de vida, tú eres nuestra esperanza.
- Oh Dios de todos los enfermos de cualquier enfermedad, hazte presente a ellos con tu poder sanador, por medio de hermanos que les visiten, les animen y les lleven alegría. Y así te pedimos: R/ Señor de vida, tú eres nuestra esperanza.
- Oh Dios de los agonizantes, tú eres nuestro Dios de vida. Colma a los que están en el umbral de la muerte con la esperanza de que tú los vas a acoger con alegría en tu hogar celeste, y de que un día resucitarán de entre los muertos. Y así te pedimos: R/ Señor de vida, tú eres nuestra esperanza.
- Oh Dios de los vivientes, comunica vida a nuestras comunidades, con el amor y el espíritu de servicio de Jesús, para que nos preocupemos unos de otros y nos apoyemos mutuamente en todo lo bueno. Y así te pedimos: R/ Señor de vida, tú eres nuestra esperanza.
Señor Dios nuestro, tú nos hablaste, por medio de Jesucristo tu Hijo, con palabras y obras de vida eterna. Te pedimos que, por medio de él, vivamos en tu amor ahora y por los siglos de los siglos.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Estos dones de pan y vino
son signos de vida y alegría.
En ellos nos colocamos nosotros,
nuestros temores y penas,
nuestros anhelos y esperanzas.
Que tu Hijo Jesucristo se apropie de ellos
y nos alce por encima de nosotros mismos,
para que comprendamos más profundamente
que tú eres un Dios que nos ama
y que se preocupas de nosotros.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Introducción a la Plegaria Eucarística
Con Jesús damos gracias al Padre por el don de la vida, en nombre de todo lo que vive y alienta en el universo.
Invitación al Padre Nuestro
Con Jesús pedimos al Padre
que sustente nuestra vida
con nuestro pan cotidiano
y con el alimento de la eucaristía.
R/ Padre nuestro
Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todo pecado,
ya que él destruye la vida del Espíritu en nosotros.
Líbranos de todo temor,
ya que somos tus hijos e hijas
nacidos para ser libres en Cristo Jesús.
Ayúdanos a llenarnos
de bondad y compasión
y a crecer como una comunidad
que se prepare para la venida plena entre nosotros
de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
R/ Tuyo es el reino…
Oración después de la Comunión
Oh Dios de los vivientes:
Tú nos has proclamado
la palabra de vida de tu Hijo
y nos lo has entregado como nuestro alimento de vida.
Haznos verdaderamente vivos por medio de él
por nuestro sentido de compasión eficaz
para con todos los que sufren,
y se sienten impedidos
de vivir una vida plenamente humana.
Visita a tu pueblo, Señor,
y haznos humildes instrumentos de tu presencia,
para que todos te alaben y te den gracias.
Te lo pedimos en el nombre de Jesucristo el Señor.
Bendición
Hermanos: Seamos agradecidos a Dios
por el don precioso de la vida
y seamos personas rebosantes de vida
como los primeros cristianos:
Ellos se llamaban a sí mismos “Los vivientes”,
porque sabían que en la eucaristía
Jesús el Señor sustentaba su vida
y la mantenía en crecimiento.
Que el Señor haga nuestra vida
realmente rica y desbordante.
Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.