Comentario al Evangelio del

C.R.

Queridos amigos:

Cuando yo era pequeño, el día 6 de enero era el día de Reyes Magos. Como no entendía ni papa de fiestas litúrgicas, ni cosas por el estilo, lo que celebraba era la fiesta mágica de unos presuntos “reyes” que venían de oriente, trayendo oro, incienso y mirra, para agasajar al niño Jesús. Era una fiesta que, con el paso del tiempo, se fue acomodando y adaptando. Los “reyes” cada vez fueron menos reyes; el niño Jesús cada vez vino a ser menos “Jesús” y más el “niño” ?en genérico?, que, dados mis intereses y que “me había portado estupendamente”, el niño, digo, era yo; y los regalos, que para mí nunca fueron oro, incienso y mirra (¿qué era eso de la mirra”?), se adaptaron a la situación económica de la familia, que no era boyante en tiempos de posguerra. Resumiendo, el día de los reyes magos era un día especial para los niños al final de las vacaciones de Navidad. Después, pasada la penuria económica, se convirtió en un día para el consumo de los regalos para los niños y también para los mayores, que traía un tal “Papá Nöel” (un anciano gordo y vestido de rojo, proveniente de norte Europa o norte América, que se desplazaba en trineo) al principio de las vacaciones de de invierno (la antigua Navidad secularizada) y así daba a todos la posibilidad de disfrutar.

Hoy, cuando llega el 6 de enero, ya no me celebro a mí mismo, sino que me uno en comunión de Iglesia a otros cristianos de Oriente y de Occidente. Aun en medio de la distancia y de las diferentes culturales, nos juntamos eclesialmente para celebrar la Epifanía de Jesús, que es tanto como celebrar la revelación definitiva de Dios en Jesucristo para la salvación del mundo entero. Algo muy distinto de lo que venía celebrando.

Ahora el tema central de la celebración es la luz. La Luz que es Jesús: esa Luz que brilla radiante en medio de la noche, antes de que despunte la aurora. Esa Luz que ilumina la historia, haciéndola cada vez más humana. Esa Luz que, como una estrella, en medio de la noche, nos guía en nuestro caminar en el sentido correcto de la vida y en la dirección justa, para hacer de esa vida una existencia significativa y feliz. Habrá quienes, como Herodes vean en esta Luz un peligro enorme para ellos y sus intereses. Pero habrá otros, como los Magos, que le buscarán con plena sinceridad y a cero de intereses personales para darle lo mejor de sí mismos. Como dice el evangelio: Jesús es bandera discutida.

Cualquier parecido, con lo que antaño celebraba y lo que celebro hoy, es casual coincidencia. ¡No se dirá que no le he dado trabajo al Espíritu Santo!

Un abrazo