Comentario al Evangelio del

Juan Lozano, cmf

Querido amigo/a:

“Que no se turbe vuestro corazón”, comienza el Evangelio que meditamos hoy. Y sigue: “Creed en Dios y creed también en mi” […] “porque me voy a prepararos un lugar”. Esta lectura es muy utilizada en los funerales cuando despedimos a un ser querido, ya que Jesús nos asegura la continuidad de nuestra vida tras la muerte, concebida por nosotros como un tránsito, una puerta hacia la otra vida. Sin embargo, hoy queremos meditarla como un mensaje de Jesús para nuestro aquí y ahora, pues con frecuencia, los avatares de la vida nos roban la paz del corazón y la confianza en los valores que profesamos gracias a nuestra fe.

Perder la paz interior nos lleva a vivir los acontecimientos con violencia y de forma esquizofrénica, y se nota cuando entramos en esta espiral pagana, porque vivimos como si no tuviéramos fe. Los cristianos estamos llamados a resolver las situaciones de conflicto de otro modo: los problemas en la familia donde en ocasiones nos vemos desbordados en la relación con la pareja, los hijos, nuestros padres o hermanos; las tensiones en el trabajo con nuestros superiores, compañeros o subordinados; las toxicidades que a veces se producen entre nuestras amistades; el ambiente de desesperación ante situaciones de injusticia, guerra o corrupción social… No nos faltan problemas en nuestra vida, por eso Jesús nos dice hoy “que no se turbe vuestro corazón”.

Te propongo que pongas hoy en oración a todas las personas y situaciones que en la actualidad te turban, te quitan la paz. Ora con ellas y por ellas. Pídele a Jesús Resucitado que te de su paz para que puedas abordarlas de otro modo, con paciencia, con una mirada más calmada, con distancia, de modo que no causen negatividad en ti.

Hoy recordamos a la Virgen María en su advocación de Ntra. Sra. de Fátima. Ella es una poderosa intercesora y sobre todo la gran mujer que supo esperar en el gran día de la esperanza: el Sábado Santo. Supo que la fuerza del amor siempre es más poderosa que la muerte, y que aquella muerte de su Hijo no podía terminar así. Esperar y ser pacientes ante las situaciones adversas es lo que presentamos también a la Madre, junto a los miles de peregrinos que hoy se congregan para rezar en la pequeña villa portuguesa.

Nuestra Sra. de Fátima, ruega por nosotros.

Vuestro hermano en la fe: 

Juan Lozano, cmf.