Comentario al Evangelio del

Rosa Ruiz, rmi

Queridos hermanos:

La Iglesia hace hoy memoria de San Ignacio de Antioquia, obispo y mártir. Un hombre que supo hacer de su particular recorrido hacia el martirio una escuela personal y comunitaria para acercarse más a Dios y, sobre todo, para ser cada vez más discípulo, más cristiano. Así termina una de sus cartas más famosas: Soy trigo de Dios, y he de ser molido por los dientes de las fieras, para llegar a ser pan limpio de Cristo… Ahora empiezo a ser discípulo”.

Y además, hoy 17 es el día mundial para la erradicación contra la pobreza. Sería raro orar con la Palabra de Dios hoy sin dejarnos interpelar por esto: “Sí, os lo repito: se le pedirá cuenta a esta generación”.

La primera lectura de Pablo nos presenta una eterna pregunta, solo aparente elección; ¿la fe o las obras? En ningún lugar San Pablo lo presenta como una disyuntiva, ¡al contrario! La fe, se muestra por las obras, pero que ingenuidad sería pensar que por puras obras movemos el mundo o ganamos el beneplácito de Dios… Y, sin embargo, lo tenemos metido dentro!

Sólo Dios es Dios. Todo es gracia. También mis obras, mi libertad, mi deseo de empeñar mi vida por quienes más lo necesitan. Hoy es un buen día para no quebrar la vida e impedir que nuestra fe y oración vaya por un lado y nuestras obras por otro. NO echemos balones fuera. Será juzgada “esta” generación, cada una de ellas, la “nuestra, la de quien se acerca a leer el Evangelio siglo tras siglo, porque cada uno de nosotros es responsable en su momento de lo que puede hacer. Optar por los pobres en Cristo, no puede ser solo una pose espiritual; luchar contra la pobreza no puede ser sólo un sentimiento piadoso o una estrategia de partido.