Comentario al Evangelio del
Queridos amigos,
El profeta Isaías nos ofrece la perspectiva: Dios está con nosotros siempre. Nunca nos abandona. Es como una madre que nunca olvida a los hijos de sus entrañas. Es, aún más. Aunque una madre se olvidara… Él jamás.
Dios Padre (que también es como una madre, decía el difunto papa Juan Pablo I) “sigue actuando”, no se olvida nunca de nosotros y nos quiere bien. La historia está en sus manos. Es una gracia poder confiarse a la bondad de sus manos, pues son las mejores manos en las que puede descansar la historia y nuestra propia vida. Es una experiencia preciosa volver a sentirse como una oveja perdida en brazos del buen pastor, como un niño en el regazo cálido y sanador de su madre. Dios es así. Nunca lo olvidemos. Nos ama como una madre, es decir, sin esperar nada a cambio, incondicionalmente, gratuitamente. Somos sus hijos.
Pero los fariseos quieren matar Jesús, precisamente por hablar así de Dios. Jesús, con sus hechos y con sus palabras, muestra que el camino de la verdadera ley, de la verdadera religión, es el camino del sentirse hijo. Más aún, ser y sentirse hijos queridos. Ser hijos y sentir que Dios no es un juez inmisericorde que lleva cuentas de todo delito, sino que es un Padre, o, si se quiere, como una Madre, que perdona siempre, ama siempre, espera siempre…, aunque de vez en cuando, y siempre por nuestro bien, nos corrija y nos enseñe, no sin cierto dolor por nuestra parte, a caminar mejor.
Sin duda, toda corrección y toda enseñanza verdadera lleva ese sello; el sello de una madre: la ternura, el diálogo que quiere hacer comprender, la corrección con amor…
No siempre la religión ni la Iglesia han actuado mostrando el rostro visible del Dios invisible, el rostro amable y materno de este Dios que en su ser es tan grande y amoroso como un Padre o una Madre.
Pidamos la gracia al Señor hoy en este día de recorrer este camino de la ternura y del amor como camino para todos nosotros. Que seamos, como discípulos-misioneros, viva imagen de estas entrañas de Dios.
Que tengamos un buen día, hermanos. Gracias por leer pacientemente estos pensamientos que comparto con vosotros al hilo de la palabra de Dios.
En comunión de oraciones.
Fernando Prado, cmf.