Comentario al Evangelio del
El llanto más amargo surge cuando se llora por amor. Cuando amas y ves que tu ser querido sufre o está en peligro, tu desesperación crece. “Sí comprendieras lo que conduce a la paz…” Jesús hoy llora cansado de la violencia, de la obstinación y dureza de corazón, del rechazo de su mensaje de salvación. Llora por Jerusalén, llora por nosotros, por su pueblo amado, porque no comprende, no quiere comprender, no quiere iniciar el camino mostrado por Él que conduce a la vida. Y en esa negativa y terquedad le vendrá su destrucción, “no dejarán piedra sobre piedra”.
En la relato del Apocalipsis de hoy Juan también llora y mucho. “Porque no se encontró a nadie digno de abrir el rollo y de ver su contenido”. El libro escrito por fuera y por dentro y cerrado con siete sellos es el libro que contiene el designio de la historia y nadie es capaz de leerlo ni de interpretarlo. La humanidad desorientada, representada en Juan, llora desesperadamente porque no encuentra un sentido a su vida, alguien que le ayude a interpretar la vida –escrita en dicho libro-, los designios de la historia y por lo tanto, oriente sus pasos. El llanto de Juan cesa cuando uno de los ancianos le indica que sólo el “Cordero degollado” –Jesús sacrificado-, en pie –resucitado-, dotado de la plenitud del poderío mesiánico -siete cuernos- y poseedor y dador del Espíritu Santo -siete ojos que son los siete espíritus de Dios- es digno de recibir el libro y romper sus sellos.
El designio de la historia, el misterio de la salvación sólo es conocido por Jesús y Él llora cuando la humanidad se aleja del plan salvador de Dios, porque esa paz “está escondida a sus ojos”. Llora con conocimiento porque sabe lo que puede pasar. En nuestra oración de hoy, el llanto de Jesús debería ser nuestro despertador. Comprender, ver con Él el camino, el sentido de nuestra vida personal y colectiva, la voluntad de Dios sobre su creación, su sueño sobre cada uno de nosotros.
Señor Jesús, porque nos amas lloras cuando nos alejamos de la paz, del bien, del amor, de Ti. Ayúdanos a comprender lo que conduce a la paz del corazón, no dejes de mostrarnos el camino que conduce a la vida y que tú conoces, no queremos que permanezca escondido a nuestros ojos. Envíanos tu Espíritu para guíe nuestros pasos en esta jornada.
Vuestro hermano en la fe:
Juan Lozano, cmf.