Comentario al Evangelio del
Queridos amigos:
Hace tiempo le oí decir a un religioso una frase que me impresionó: "No hay nada más peligroso que la oración". Se refería a algo que está muy conectado con nuestra vida religiosa ordinaria. En algunas personas, orar, celebrar los sacramentos, leer la Palabra, es una forma "religiosa" de huir de su vida cotidiana. En estos casos, la oración no es fuente de coraje sino un envoltorio que disimula la lucha de la vida real. Parece que este riego no es de hoy sino de siempre. De hecho, Jesús se refiere a él en el evangelio de hoy: "No todo el que me dice Señor entrará en el Reino de los cielos".
¿Cómo debemos conducirnos entonces? Jesús echa mano de una parábola. Es su estilo preferido. Sabemos que las parábolas de Jesús surgieron en un contexto muy preciso, pero son válidas para todos los tiempos y lugares. Jesús nos invita a ser seguidores "roca", no seguidores "arena". Me parece que ninguna de las dos palabras suenan bien hoy, pero hay que sacarles jugo. Un seguidor "arena" es el que vive una fe de simple apariencia, sin fundamento. Cree cuando las cosas van a su gusto. Se apea de la fe cuando ésta no responde a lo que imaginaba. A menudo se critica a los jóvenes de vivir así, pero el fenómeno se da también en los adultos. En los últimos días he oído en la radio a algunos que decían que se "iban a salir de la iglesia" porque no estaban de acuerdo con la famosa pastoral de los obispos vascos. Y algo parecido se ha producido en Estados Unidos con motivo de los escándalos sexuales del clero. ¿Puede estar la fe sometida a los vaivenes de los discípulos de Jesús, aunque estos sean obispos o sacerdotes? ¡De ninguna manera! Los cristianos sólo ponemos nuestra confianza en el Señor, que es el único que siempre cumple su palabra.
Los seguidores "roca" no son los perfectos (nadie es perfecto) sino los que se fundamentan en la roca que es Cristo. Estos pueden afrontar de otra manera las lluvias, los vientos y las inundaciones de la vida. Saben que la historia, por convulsa que sea, no se le escapa a Dios de las manos. Por eso se mantienen incólumes, a menudo en medio de grandes sufrimientos e incomprensiones.
Esta distinción determina dos formas muy diferentes de conducirnos en la vida. Para ser verdaderos seguidores "roca" debemos hacer propias las palabras del salmo 78 que recitamos hoy: "No recuerdes contra nosotros las culpas de nuestros padres; que tu compasión nos alcance pronto, pues estamos agotados".