Comentario al Evangelio del
En uno de aquellos recorridos de Jesús de aldea en aldea, parece ser que se encontró con una multitud de gente. No aclara Marcos qué les había congregado, sólo que Jesús se encontró con ellos y sintió lástima, “porque andaban como ovejas sin pastor”. Este Jesús, que es histórico, personal, concreto, humano, siente lástima al ver a aquella gente perdida, sin rumbo, sin alguien que les ayude a encontrar el verdadero camino de la Vida, y decide detenerse, sin prisa, “para enseñarles con calma”.
Sufrir con los que sufren, compartir su dolor, la compasión, o sentir lástima por quienes andan perdidos, son sentimientos profundamente humanos. Cuando van unidos a decisiones de olvido de sí y de entrega y compromiso gratuitos, entonces podemos hablar de amor. Así era en Jesús, y así nos llama a vivir a sus discípulos y seguidores.
Y en el amor lo humano y lo divino se unen, también como en Jesús. Dios es amor, nos recuerda la primera lectura de hoy: “todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios”. Por el amor el Misterio de la Encarnación de Dios puede reproducirse en nosotros: quedamos “divinizados”, hechos hijos en el Hijo.
Y si esto es así entonces, efectivamente, nosotros también nos detendremos como Jesús ante quienes necesiten el pan de la Palabra o el pan de la justicia. “Dadles vosotros de comer”, encomienda Jesús a los suyos. Las multitudes hambrientas que hoy día siguen andando como ovejas sin pastor, que padecen hambre de sentido, o de orientación, de o justicia o de pan, nos necesitan. ¿Obedeceremos al que decimos que es nuestro Señor? ¿Nos detendremos a escucharles y a hablarles? ¿Les ofreceremos la alegría del Evangelio y la justicia del Reino? Dadles vosotros de comer, le escuchamos decir a Jesús. Si hemos creído en Jesús y le hemos seguido, si nos hemos encontrado con él y nos hemos dejado transformar por él, entonces podremos amar como él ama, compartiendo y multiplicando lo que tenemos para que a todos llegue la alegría, la esperanza, la fe, la justicia y el pan.