Comentario al Evangelio del

CR

Queridos amigos:

El evangelio de hoy parece un informe policial acerca de las persecuciones que experimentaron los primeros cristianos, aunque, a decir verdad, un informe policial jamás encontraría la clave desde la que los discípulos de Cristo afrontaban esa difícil situación.

¿Cuál es esa clave? ¡La ayuda del Espíritu! El evangelio lo dice con claridad: "No seréis vosotros los que habléis. El Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros". La misión no es un asunto nuestro. No estamos llamados a convertirnos en abogados defensores de Dios, como si fuéramos su guardia pretoriana. Las riendas de la historia, incluso en los momentos más sombríos, más opacos, las lleva el Espíritu.
De aquí se derivan tres actitudes para afrontar el tiempo presente: la confianza, la sagacidad y la sencillez. La confianza es la más importante. Constituye el sustrato de las otras dos. Significa creer que Dios quiere a la humanidad y no la abandona a su suerte, que todas las cruces esconden el germen de la resurrección, que el amor no puede ser derrotado.

La sagacidad nos ayuda a vivir con los ojos abiertos, para distinguir el bien del mal, para no dejarnos embaucar, para no confundir la palabra de Dios con las muchas palabras vanas que nos inundan cada día. Es la virtud de los inteligentes, de los que no se contentan con las apariencias sino que han aprendido a "leer por dentro" (intus-legere).

La sencillez es patrimonio de los humildes y buenos, de los que no enmascaran la verdad, de los que tienen un corazón limpio para entender las cosas de Dios: "Te doy gracias, Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a los sencillos".