Comentario al Evangelio del
Estimados amigos:
Jesús empleaba muchos recursos para comunicarse con la gente: frases breves, parábolas, ironías. Hoy, ante la acusación, tan grave, de que lleva dentro un espíritu inmundo, no enmudece. No es el momento de callar, como el cordero que llevan al matadero. No puede dar pie a que digan que el que calla, otorga. Y presenta un dilema a los escribas.
En la primera premisa viene a decir: “Admitamos que actúo con el poder de Satanás. La consecuencia es que Satanás guerrea contra Satanás (como la película Kramer contra Kramer); y si el reino de Satanás ha entablado una contienda civil, estáis ante la buena noticia de que su imperio se derrumba”.
Pasemos a la segunda premisa, en la que Jesús argumenta: “Pongamos ahora que no soy un emisario de Satanás, sino el enviado de Dios. El hecho de que expulso los demonios es señal cierta de que el poder que me habita es más fuerte que ellos. Estáis, por tanto, ante la buena noticia de que el imperio de Satanás se derrumba”.
De las dos premisas se desprende la misma conclusión: “el reino de Satanás se derrumba”. Es lo que había percibido la gente sencilla, que reconoció la genuina autoridad con que hablaba y actuaba Jesús (Mc 1,27); es lo que, tergiversando por completo los hechos, no quieren reconocer los sabios y entendidos. Jesús se ha tenido que defender ante ellos, y sus adversarios quedan acorralados.
Pero quedar convicto no es igual a salir confeso. Se requiere ser humilde, reconocer que uno estaba equivocado, admitir que su modo de vivir la religión o la fe estaba desenfocado y que había invertido el buen orden de las cosas (aquellos hombres pensaban que el hombre era para el sábado, el cuerpo para el alimento y los ayunos, los fines para los medios); se requiere amar más la verdad que mis esquemas, teorías y prácticas, que pueden ser erróneos, o demasiado limitados; se requiere nada menos que la conversión. La pregunta que se nos hace es: ¿qué amas más?
Fraternamente
Pablo Largo