Comentario al Evangelio del

Juan Lozano, cmf

Querido amigo/a:

No sé qué decir. Hoy es un día grandísimo porque esta Noche Buena nace Dios. Desde que era niño y hasta la fecha, doy gracias a Dios porque todos los años he conseguido vivir este día con emoción, expectativa y un cosquilleo en el estómago esperando que llegue la noche para celebrar un Misterio que a todos nos sobrepasa: Dios se hace uno de nosotros para nacer en ti, en mí, en todos. Esta y sólo esta es la causa verdadera de la paz, la alegría y la fiesta que debemos celebrar en esta noche santa.

En la Misa de medianoche o llamada “Misa del Gallo” en algunos países, hoy escuchamos este anuncio: "No temáis, os traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre."  Precisamente porque Dios es mayor que la cosa mayor del mundo, le podemos hallar en lo más pequeño. Esta es su revelación, su encarnación, su estilo, su amor para con nosotros. Así viene, así le tenemos que reconocer. Nos cuesta ver a Dios en lo pequeño, en lo encarnado, pero así quiere visibilizarse y llegar a cada uno de nosotros. Tan humano que cuesta creerlo y entenderlo. Pero si antes de que llegue la noche, eres capaz de sacar un rato tranquilo de oración, tu corazón podrá abarcar un poco más este misterio. Contémplalo. Déjate amar por este niño. Acógelo en tu interior. Déjalo nacer en ti.

Él viene un año más, por eso te invito a rezar conmigo esta oración en estas horas previas a su nacimiento:

Señor, te esperábamos más grande, y vienes en la debilidad de un niño.
Te esperábamos a otra hora, y vienes en el silencio de la noche.
Te esperábamos poderoso como un rey, y vienes hombre frágil como nosotros.
Te esperábamos de otra manera, y vienes así de sencillo.
Casi no hay quien te reconozca al verte así, tan humano.
Nos habíamos hecho una idea de ti, y vienes, Señor, rompiendo todo lo previsto.
Danos fe para creer en ti, y reconocerte así, como vienes.
Fortalece nuestra esperanza para confiar en ti, en la sencillez en la que vienes. Enséñanos a amar como amas tú, que siendo fuerte te hiciste débil para ser nuestra fortaleza en todo momento.
Por eso, a quien busca y no encuentra, ven Señor Jesús.
A quien sufre en silencio, ven Señor Jesús. A quien te espera, ven Señor Jesús. A quien no te espera, ven Señor Jesús. A nuestras familias, Ven Señor Jesús. A nuestra ciudad, ven Señor Jesús. A quien sueña en un mundo en paz, ven Señor Jesús. A quien lucha por algo noble, ven Señor Jesús. A quien está equivocado, ven Señor Jesús. A los pesebres de nuestro mundo, ven Señor Jesús. A…., ¡¡ ven Señor Jesús !!
¡Con todos mis mejores deseos, de corazón, en esta noche santa, para ti y todos los tuyos: Feliz Navidad!

Vuestro hermano en la fe:
Juan Lozano, cmf