Comentario al Evangelio del

Silvia Ugarte

Queridos amigos:
La primera lectura de hoy podría resultar contradictoria con la gratuidad que comentábamos ayer. “No te presentes a Dios con las manos vacías; esto es lo que pide la ley…” (Eclo. 35, 4-6). A simple vista parece que sólo es valorado ante Dios aquel que realiza sacrificios y se acerca a Él con ofrendas. Muchas veces nos sucede así, nos consideramos aceptados por Dios -o incluso por las demás personas- porque hacemos esto, aquello, y esto otro; y así, cumplimos con una lista de normas “buenas” que nos dan el “derecho” de estar entre los escogidos.

En realidad, el texto no intenta opacar el amor gratuito y la bondad inherente de Dios para con nosotros. Más bien intenta recordarnos que, profesar la fe no es sólo presentarnos ante Él y tener unas dosis de culto religioso, sino que todo ello debe ir acompañado de justicia social. Vivida la misma –primeramente- en el entorno más cercano, en los detalles cotidianos y simples que a veces se nos escapan.

En el evangelio, continuación del pasaje de ayer, Pedro “recuerda” a Jesús que ellos lo han dejado todo y le han seguido. También podemos pensar que su comportamiento es similar al del joven rico: si hago (o he hecho), ¿qué voy a recibir a cambio? Pero entre ambos hay una diferencia: orden cronológico en las frases de inicio en sus respectivos diálogos con el Maestro. Pedro se ha aventurado a seguir a Jesús sin saber muy bien a dónde. No sabe lo que ello implica, pero se lanza. Mientras que el otro está dispuesto a seguirle si las condiciones de Jesús no difieren de las suyas.  

En nuestra vida siempre hay curiosidad por el mañana, un intento de planificarlo; y es lo que vemos en Pedro. La respuesta de Jesús puede ser un buen aliciente aunque incluye esa dimensión de lo no previsto que aporta vida a la vida. Aporte que no excluye los momentos difíciles y las situaciones incomprensibles para nuestros esquemas: porque  “muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros."

Vuestra hermana en la fe,

Silvia Ugarte