Comentario al Evangelio del
Queridos amigos y amigas:
El evangelio que hoy proclamamos conecta entre sí dos hechos distintos: La expectación popular en torno a la figura de Jesús y la muerte del Precursor. Podemos adivinar una lección en ese vínculo: La curiosidad del principio hacia Jesús puede desembocar en su eliminación. Es norma repetida en la vida de los profetas de todos los tiempos.
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Buenas preguntas y desatinadas respuestas. La expectación y curiosidad hacia Jesús despertaba muchas preguntas entre las gentes, y también en el mismo Herodes, según detalla el relato de hoy. Se preguntaban acerca de él, acerca de su identidad; y, al responderse a sí mismos, lo confundían con otros personajes. No pasaba desapercibido, aunque ciertamente encontraban un muro insalvable al intentar entrar en el misterio de su persona, de su origen y de su mensaje. Ese despiste sigue existiendo hoy. Si repasamos la producción reciente de películas y obras literarias, expresión del sentir de nuestra sociedad, en torno a Jesús, vemos cómo, también hoy, las respuestas socioculturales sobre Cristo acusan los desatinos y las divagaciones más plurales y atrevidas. El salto a la fe, a la comprensión del misterio de Jesús, será siempre fruto granado de una amistad personal con Él, normalmente prolongada.
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La muerte del profeta precursor. El relato de la muerte de Juan Bautista viste de luto y de tristeza el pasaje.El profeta fue ejecutado como venganza de una mujer despechada, por haber denunciado públicamente su unión con Herodes: «Juan le decía que no le era lícito tener la mujer de su hermano». Su muerte estampa una oscura sombra sobre el poder político de Herodes, que queda definitivamente desacreditado ante la historia. Pero muestra de modo fehaciente el destino de todo profeta. Marcos no deja de aprovechar la ocasión para contar el homicidio del Bautista, del que todo el mundo hablaba en Palestina. Poco antes, Jesús acababa de decir que el éxito aparente de la misión no está asegurado: ya se lo advirtió a sus amigos antes de enviarlos. Y los primeros lectores de Marcos, en Roma, que vivían también en la persecución, debieron rumiar a fondo esta página pascual. Es la Pasión redentora que comenzó, y que prosigue hoy.
Vuestro amigo y hermano,
Juan Carlos cmf